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1El cielo y la tierra, y todo lo que hay en ellos, quedaron terminados.
2El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó.[#2.2 El verbo hebreo significa lit. o y de él proviene el nombre traducido al castellano por o (cf. Ex 20.11; 31.17; cf. Heb 4.4,10). Decir que Dios descansó no quiere decir que dejó de actuar, sino que dio por bien lograda su obra. Véase Jn 5.17-18 n.]
3Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese día descansó de todo su trabajo de creación.[#2.3 Esta expresión presupone el simbolismo del número siete, que en la Biblia representa lo completo y perfecto. Véase Gn 4.18 n.]
4Esta es la historia de la creación del cielo y de la tierra.[#2.4 Se repiten las palabras de Gn 1.1 para indicar que ha concluido la sección relativa a la creación del universo. en heb. Esta frase se repite diez veces e introduce las distintas secciones en que se divide el libro del . La palabra implica la idea de o , y en esta versión se ha traducido de distintas maneras, según los contextos: Gn 5.1 (lista); 6.9 (historia); 10.1; 11.10,27 (descendientes); 25.12 (hijos); 25.19 (historia); 36.1,9 (descendientes); 37.2 (historia).]
Cuando Dios el Señor hizo el cielo y la tierra,
5aún no había plantas ni había brotado la hierba, porque Dios el Señor todavía no había hecho llover sobre la tierra, ni había nadie que la trabajara.
6Sin embargo, de la tierra salía agua que regaba todo el terreno.[#2.6 Es probable que la palabra traducida aquí por agua signifique, más concretamente, agua que brota de la tierra o manantial .]
7Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente.[#2.7 El texto hebreo hace un juego de palabras entre los vocablos adam, que significa hombre, y adamá, que significa suelo o tierra cultivable (véase el mismo procedimiento en Gn 3.19). Así se destaca la estrecha vinculación que existe entre el hombre y la tierra.; #2.7 La mención de estos actos especiales de Dios pone de relieve lo que distingue al hombre de los demás seres creados (véase Gn 1.27 nota). Cf. Is 45.9-11; Jer 18.1-6; Ro 9.21, donde la soberanía de Dios se expresa igualmente con la imagen del alfarero que modela sus vasijas.; #2.7 citado en 1 Co 15.45 .]
8Después Dios el Señor plantó un jardín en la región de Edén, en el oriente, y puso allí al hombre que había formado.[#2.8 es una palabra hebrea que significa (cf. Is 51.3; Ez 31.8-9). Algunos la relacionan con un término asirio que significa llanura o estepa .]
9Hizo crecer también toda clase de árboles hermosos que daban fruto bueno para comer. En medio del jardín puso también el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.[#2.9 es decir, cuyos frutos dan la vida. Cf. Gn 3.22; Ap 2.7; 22.2,14.; #2.9 Para comprender esta expresión, es conveniente tener en cuenta, en primer lugar, la costumbre hebrea de abarcar una totalidad mencionando únicamente dos términos extremos y opuestos (véase Gn 1.1 nota). Además, el verbo «conocer», en el AT, no se refiere solamente al conocimiento intelectual, sino que también puede implicar las ideas de elección, discernimiento e incluso de dominio. Por tanto, conocer el bien y el mal equivale a decidir por cuenta propia y con absoluta independencia qué es lo bueno y qué es lo malo, es decir, a tener plena autonomía en el campo moral. Cf. Gn 3.22.]
10En Edén nacía un río que regaba el jardín, y que de allí se dividía en cuatro.
11El primero se llamaba Pisón, que es el que da vuelta por toda la región de Havilá, donde hay oro.
12El oro de esa región es fino, y también hay resina fina y piedra de ónice.
13El segundo río se llamaba Guihón, y es el que da vuelta por toda la región de Cus.
14El tercero era el río Tigris, que es el que pasa al oriente de Asiria. Y el cuarto era el río Éufrates.[#2.10-14 El Tigris y el Éufrates son los dos grandes ríos de la Mesopotamia; los llamados Pisón y Guihón no han podido ser identificados con certeza.]
15Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara,[#2.15 El trabajo no se presenta como un castigo, sino como la actividad que permite al hombre cumplir con su responsabilidad en el mantenimiento y desarrollo del mundo y en la realización de sí mismo (cf. Gn 1.28). Sólo a consecuencia del pecado, el trabajo adquirió las características de un esfuerzo penoso (Gn 3.17-19).]
16le dio esta orden: «Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín,
17menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque si lo comes, ciertamente morirás.»[#2.17 Al imponerle este precepto, Dios reconoce al hombre como responsable de sus actos. Pero, al mismo tiempo, afirma su soberanía sobre él y lo obliga a guardar sus propios límites, reconociendo que es hombre y no Dios (Ez 28.2; cf. Is 14.13-14).; #2.17 Cf. Ro 6.23.]
18Luego, Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él.»
19-20Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó. Sin embargo, ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él.[#2.19-20 Para los antiguos semitas, el nombre no era algo meramente exterior, sino una parte constitutiva de la persona o cosa nombradas. Poner o cambiar un nombre era una forma de afirmar la autoridad o el dominio (cf. 2 R 23.34; 24.17).]
21Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y, mientras dormía, le sacó una de las costillas y le cerró otra vez la carne.
22De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer, y se la presentó al hombre,
23el cual, al verla, dijo:
«¡Esta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar “mujer”, porque Dios la sacó del hombre.»
24Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona.[#2.24 Mt 19.5; Mc 10.7-8; 1 Co 6.16; Ef 5.31. Este v. pone de relieve la dignidad y el sentido profundo de la unión matrimonial.]
25Tanto el hombre como su mujer estaban desnudos, pero ninguno de los dos sentía vergüenza de estar así.[#2.25 La desnudez es aquí la expresión de una vida sencilla, sin sentimiento de culpa y en perfecta armonía consigo mismo y con el prójimo. Después, como consecuencia del pecado, llegó a ser motivo de vergüenza. Cf. Ez 16.37; Os 2.3(5).]