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1Cuando llegó el día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos.
2El Señor le preguntó:
—¿De dónde vienes?
Y el acusador contestó:
—He andado recorriendo la tierra de un lado a otro.
3Entonces el Señor le dijo:
—¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie. Y aunque tú me hiciste arruinarlo sin motivo alguno, él se mantiene firme en su conducta intachable.
4Pero el acusador contestó al Señor:
—Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo, todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida.
5Pero tócalo en su propia persona y verás cómo te maldice en tu propia cara.[#2.5 Véase Job 1.5 nota.; #2.4-5 El acusador sigue sospechando que la piedad de Job no es desinteresada. Por eso vuelve a la carga y lanza a Dios un nuevo desafío (cf. Job 1.9-11).]
6El Señor respondió al acusador:
—Está bien, haz con él lo que quieras, con tal de que respetes su vida.
7El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel que lo cubrió de pies a cabeza.[#2.7 Ésta es la última escena en la corte celestial. Todo lo que sucederá después, incluida la revelación final de Dios (caps. 38—41), va a transcurrir en la tierra.; #2.7 Las afecciones en la piel, especialmente las más repulsivas, obligaban al enfermo a mantenerse aislado de las demás personas (cf. Lv 13).]
8Entonces Job fue a sentarse junto a un montón de basura, y tomó un pedazo de olla rota para rascarse.
9Pero su mujer le dijo:
—¿Todavía te empeñas en seguir siendo bueno? ¡Maldice a Dios y muérete!
10Job respondió:
—¡Mujer, no digas tonterías! Si aceptamos los bienes que Dios nos envía, ¿por qué no vamos a aceptar también los males?
Así pues, a pesar de todo, Job no pecó ni siquiera de palabra.
11Ahora bien, Job tenía tres amigos: Elifaz, de la región de Temán, Bildad, de la región de Súah, y Sofar, de la región de Naamat. Al enterarse estos de todas las desgracias que le habían sucedido a Job, decidieron ir a consolarlo y acompañarlo en su dolor.[#2.11 Estos tres amigos de Job parecen ser tres jefes de regiones orientales. De estas tres regiones, sólo Temán es bien conocida por otros textos (Jer 49.7; Ez 25.13; Am 1.12; Abd 9; Hab 3.3 ).]
12A cierta distancia alcanzaron a ver a Job, y como apenas podían reconocerlo, empezaron a gritar y llorar, y llenos de dolor se rasgaron la ropa y lanzaron polvo al aire y sobre sus cabezas.
13Luego se sentaron en el suelo con él, y durante siete días y siete noches estuvieron allí, sin decir una sola palabra, pues veían que el dolor de Job era muy grande.[#2.13 Aquí termina el prólogo en prosa y se inserta la sección poética, formada por una serie de largos discursos, primero de Job y sus amigos, luego de un personaje inesperado, Elihú, y finalmente de Dios mismo.]