The chat will start when you send the first message.
1Este es el mensaje que el Señor dirigió a Joel, hijo de Petuel.,[#1.1 En lugar de Petuel, algunas versiones antiguas leen Betuel .; #1.1 Acerca de los encabezamientos de los libros proféticos, véase Is 1.1 n. Cf. Jon 1.1.]
2Oigan bien esto, ancianos,[#1.2 Cf. Dt 32.1; Is 1.10; 28.23; Os 5.1; Miq 1.2.; #1.2 Al principio se designaba con este término a las personas de edad que eran reconocidas como jefes en sus respectivos clanes y tribus. Después, la palabra pasó a ser un título de los que estaban constituidos en autoridad y eran responsables de hacer justicia (cf. Dt 19.12; 21.1-9,19; 22.13-21; 25.7-8). La mención de los ancianos en este v. podría conservar la referencia a la edad, porque ni siquiera ellos, a pesar de sus muchos años, habían presenciado una calamidad tan terrible.]
y todos ustedes, habitantes del país.
¿Han visto ustedes nunca cosa semejante?
¿Se vio nunca cosa igual en tiempos de sus padres?
3Cuéntenlo a sus hijos,
y que ellos lo cuenten a los suyos,
y estos a los que nazcan después.
4Todo se lo comieron las langostas:[#1.4 El texto hebreo se refiere a las langostas con cuatro términos diferentes, cuyo significado exacto es objeto de discusión. Según algunos intérpretes, se trataría de cuatro variedades o especies distintas; según otros, esos términos designan cuatro etapas en el desarrollo biológico de tales insectos. También se ha sugerido que la mención de «cuatro» clases de langostas significa la destrucción total. Véase Ez 8.1-18 n.]
lo que unas dejaron, otras vinieron y lo devoraron.
5¡Ustedes, borrachos, despierten![#1.5 Los borrachos sufren de un modo especial las consecuencias del desastre, a causa de la falta de vino.]
¡Échense a llorar, bebedores de vino,
porque aun el jugo de la uva les van a quitar!
6Pues la langosta, como un ejército fuerte y numeroso,[#1.6 Jl 2.2-11; cf. Pr 30.27.]
de dientes de león y colmillos de leona,
ha invadido mi país.
7Ha destruido nuestros viñedos,
ha destrozado nuestras higueras;
las ha pelado por completo,
hasta dejar blancas sus ramas.
8Como novia que llora y se viste de luto
por la muerte de su prometido,
9así lloran los sacerdotes
porque en el templo ya no hay cereales ni vino
para las ofrendas del Señor.
10Los campos están desolados;
las tierras están de luto.
El trigo se ha perdido,
los viñedos se han secado
y los olivos están marchitos.
11Ustedes, los que trabajan en campos y viñedos,
lloren entristecidos,
pues se echaron a perder las siembras
y las cosechas de trigo y de cebada.
12Se han secado los viñedos
y se han perdido las higueras.
Secos quedaron también
los granados, las palmeras, los manzanos
y todos los árboles del campo.
¡Así se ha perdido la alegría de toda la gente!
13Ustedes, sacerdotes, ministros del altar,
vístanse de ropas ásperas y lloren de dolor,
porque en el templo de su Dios
ya no hay cereales ni vino para las ofrendas.
14Convoquen al pueblo y proclamen ayuno;[#1.14 Is 58.1-12; Jon 3.3-9.]
junten en el templo del Señor su Dios
a los ancianos y a todos los habitantes del país,
e invoquen al Señor.
15¡Ay, se acerca el día del Señor![#1.15 La catástrofe natural es una señal que preanuncia la llegada del día del Señor, tema central de este libro (cf. Jl 2.1-2; 2.31[3.4]; 3.14[4.14]). Ese día será un acontecimiento de dimensiones cósmicas. Las naciones serán juzgadas por los males que infligieron al pueblo de Dios (Jl 3.2[4.2]), pero los que invoquen el nombre del Señor podrán salvarse (Jl 2.32[3.5]). Cf. Am 5.18-20; Sof 1.14-18.]
¡Día terrible, que nos trae destrucción
de parte del Todopoderoso!
16Ante nuestros ojos nos quitaron la comida,
y se acabó la alegría en el templo de nuestro Dios.
17La semilla murió en el surco,
el trigo se ha perdido
y los graneros están en ruinas.
18¡Cómo muge el ganado!
En vano buscan pasto las vacas;
los rebaños de ovejas se están muriendo.
19¡A ti clamo, Señor,
pues el fuego ha quemado
la hierba del desierto y los árboles del campo!
20¡Aun los animales salvajes claman a ti,
porque se han secado los arroyos
y el fuego quema los pastizales!