Nahúm 2

Nahúm 2

11 (2) Nínive, el destructor marcha contra ti.[#2.1 (2) Los vv. siguientes preanuncian, en un vibrante tono poético, la destrucción de Nínive, capital del imperio asirio (Nah 1.1), que tuvo lugar en el año 612 a.C.]

¡Monta tu guardia en la fortaleza!

¡Vigila el camino!

¡Cíñete la espada!

¡Reúne tus fuerzas!

22 (3) Porque el Señor va a restaurar el orgullo de Jacob,

el orgullo de Israel,

como era antes de que lo saquearan

y lo dejaran como vid sin ramas.

33 (4) Rojo es el escudo de sus guerreros

y rojo el uniforme de su ejército.

¡Están listos para el ataque!

Sus carros parecen de fuego;

sus caballos se impacientan.

44 (5) Los carros corren con furia por las calles,

van de un lado a otro de las plazas,

son como antorchas encendidas,

pasan como relámpagos.

55 (6) Llama el rey a sus oficiales,

y ellos se atropellan

al correr a la muralla,

al parapeto ya preparado.

66 (7) Se abren las compuertas del río,[#2.6 (7) (lit. ) Esta expresión podría referirse a la apertura de los diques a fin de producir una inundación, o bien a las de las murallas de Nínive que daban al Tigris y a uno de sus afluentes. En este último caso, el texto trataría de sugerir que la invasión se produce por la parte de la ciudad mejor protegida naturalmente. Otros intérpretes piensan que se trata de una expresión metafórica: ya sea el tropel de los invasores que irrumpen como una inundación, ya sean las olas y correntadas del océano primordial (cf. Sal 93.3), que al desbordarse desencadenan un cataclismo comparable al caos primitivo o al diluvio (véanse Gn 1.2 nota; 1.21 n.; 7.11 n.).]

y el palacio se viene abajo.

77 (8) Al destierro llevan a la reina;[#2.7 (8) El término hebreo es de significado dudoso. Podría referirse a la esposa del rey o, más probablemente, a la estatua de la diosa Ishtar, protectora de Nínive.]

la acompañan sus criadas,

que gimen como palomas

y lloran golpeándose el pecho.

88 (9) Como el agua a través de un dique roto,

así huyen los habitantes de Nínive.

«¡Deténganse! ¡Vuelvan!» les gritan,

pero nadie vuelve.

99 (10) ¡Roben la plata! ¡Roben el oro!

¡Las riquezas de Nínive no tienen fin!

1010 (11) Destruida, desierta, desolada,

así está Nínive.

Los corazones se deshacen de miedo,

tiemblan las rodillas,

a todos les faltan las fuerzas

y los rostros pierden el color.

1111 (12) ¿Qué queda de la cueva de los leones,

de la guarida de los cachorros de león?

Allí los leones y sus cachorros

se sentían seguros;

no había nadie que los espantara.

1212 (13) Mataba el león a su presa,

la repartía entre la leona y sus cachorros,

y llenaba de rapiña sus cuevas.

Destrucción total de Nínive

1313 (14) El Señor todopoderoso afirma:

«Aquí estoy contra ti:

voy a quemar tus carros de guerra

y a convertirlos en humo;

voy a matar tus cachorros;

acabaré con el robo que hay en tu tierra,

y no se oirá más la voz de tus mensajeros.»

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies