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1El nombre de Josías es como incienso aromático[#49.1-3 2 R 22.1—23.30.]
preparado por un experto perfumista;
su recuerdo es dulce como la miel
o como la música en un banquete.
2Porque él se entristeció con nuestras traiciones
y destruyó los ídolos detestables.
3Se entregó a Dios de todo corazón
y fue bondadoso en un tiempo de violencia.
4Con excepción de David, Ezequías y Josías,
todos los otros reyes de Judá
llevaron una vida mala
y abandonaron la ley del Altísimo.
5Por eso Dios entregó su poder a otros,
y su gloria pasó a una nación extranjera e insensata,
6que incendió la ciudad santa
y asoló sus calles.
7Así lo había anunciado Jeremías,
hecho profeta desde antes de nacer,
para arrancar, derribar, destruir y demoler,
y también para construir, plantar y restaurar;
pero la gente lo maltrató.
8Ezequiel tuvo una visión
y describió los seres del carro de Dios.
9También mencionó a Job,[#Ez 14.14-20.]
que se mantuvo firme en su rectitud.
10También están los doce profetas:[#49.10 Los doce profetas llamados «menores», cuyos escritos se conservan en la Biblia.]
¡que sus huesos florezcan en la tumba!
Pues animaron al pueblo de Jacob
y lo salvaron con la seguridad de la esperanza.
11¡Cómo podremos honrar a Zorobabel,[#49.11 Esd 3.2; Hag 2.23. La imagen del anillo indica algo muy valioso y estimado.]
que es como un anillo en la mano derecha,
12y a Josué, hijo de Josadac![#Hag 1.1,12; Zac 3.1.]
Ellos reconstruyeron el altar
y levantaron el sagrado templo
que debía tener gloria eterna.
13Nehemías, de glorioso recuerdo,[#49.13 Neh 2.11—6.16.]
reconstruyó nuestra ciudad en ruinas,
reparó la muralla derruida
y puso puertas y cerrojos.
14Pocos ha habido en el mundo como Henoc:
él también fue arrebatado de esta tierra.
15No ha nacido un hombre igual a José,[#49.15 Gn 39—50.]
jefe de sus hermanos y gloria de su pueblo;
su cuerpo fue enterrado cuidadosamente.
16Sem, Set y Enós también recibieron honores,[#Gn 4.25-26; 5.32.]
pero la gloria de Adán es superior
a la de cualquier otro ser viviente.