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1El día cuatro del mes noveno (llamado Quisleu), del cuarto año del gobierno del rey Darío, el Señor dirigió un mensaje al profeta Zacarías.[#7.1 La fecha corresponde a noviembre-diciembre del 518 a.C., cuando ya había comenzado la reconstrucción del templo.]
2En aquel tiempo, el pueblo de Betel había enviado a Sarézer y a Réguem-mélec, con sus hombres, a pedir la ayuda del Señor[#7.2 Ésta es la única información disponible acerca de estas personas. Algunas versiones ven en Réguem-mélec no un nombre propio sino un título honorífico: superintendente (o gran mago ) del rey .]
3y a preguntar a los profetas y a los sacerdotes del templo del Señor todopoderoso: «¿Habremos de seguir guardando luto y ayuno el quinto mes de cada año, tal como lo hemos hecho hasta ahora?»[#7.3 En el quinto mes, junio-julio (véase el Calendario hebreo ), se recordaba el aniversario de la destrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén por los babilonios en el 587 a.C. (2 R 25.8-9). Como ya había comenzado la reconstrucción del templo, el pueblo quería saber si era necesario continuar con las prácticas de luto y ayuno. La respuesta se da más adelante (véase Zac 8.19 n.).]
4Entonces el Señor todopoderoso se dirigió a mí, y me dijo:
5«Di a todo el pueblo del país, y a los sacerdotes: “Ustedes hacen ayuno y guardan luto el quinto y el séptimo mes desde hace setenta años. Pero no lo hacen para honrarme a mí,[#7.5 Los ayunos y lutos del séptimo mes (agosto-septiembre) rememoraban el aniversario del asesinato de Guedalías, que fue gobernador de Judá en el año 587 a.C. (2 R 25.25; Jer 41.1-3). Los judíos habían recordado los acontecimientos trágicos del 587 a.C. por unos setenta años. La consulta a los profetas y sacerdotes del templo (v. 3) se hizo en el 518 a.C. (v. 1). Véase Zac 1.12 n.]
6sino que cuando ustedes comen y beben, lo hacen para su propio provecho.”»[#7.6 Según el profeta, en la celebración del ayuno y del luto, el pueblo buscaba su propio provecho. Cf. Is 1.11-17; 58.1-7,13-14.]
7¿Acaso no son estas las mismas palabras que el Señor pronunció por medio de los antiguos profetas, cuando Jerusalén estaba en paz y llena de gente, y lo estaban también las ciudades de alrededor, y las regiones del Négueb y la llanura?[#7.7 Véase Zac 1.4 n.; #7.7 es la región meridional de Judá; la llanura es la que bordea el mar Mediterráneo. Véase Índice de mapas.]
8El Señor se dirigió al profeta Zacarías, y le dijo:
9«Esto es lo que yo ordeno: Sean ustedes rectos en sus juicios, y bondadosos y compasivos unos con otros.
10No opriman a las viudas, ni a los huérfanos, ni a los extranjeros, ni a los pobres. No piensen en cómo hacerse daño unos a otros.»[#7.8-10 En estos vv. se destacan algunas de las enseñanzas sociales y éticas más importantes de los profetas. Cf. Is 1.17,23; Jer 7.5-6; 22.3; Am 5.24; Miq 6.8. Cf. también Ex 22.20-23; Lv 19.33-34; Dt 24.17-18; 27.19.]
11Pero el pueblo se negó a obedecer. Todos volvieron la espalda y se hicieron los sordos.
12Endurecieron su corazón como el diamante, para no escuchar la enseñanza y los mandatos que el Señor todopoderoso comunicó por su espíritu, por medio de los antiguos profetas.[#7.11-12 2 R 17.14; Neh 9.16; Jer 5.3; 7.25-26; Ez 11.19.]
Por eso el Señor se enojó mucho,
13y dijo: «Así como ellos no quisieron escucharme cuando yo los llamaba, tampoco yo los escucharé cuando ellos me invoquen.
14Por eso los dispersé como por un torbellino entre todas esas naciones que ellos no conocían, y tras ellos quedó el país convertido en un desierto donde nadie podía vivir. ¡Un país tan hermoso, y ellos lo convirtieron en desolación!»[#7.13-14 La dispersión entre las naciones es una de las consecuencias de la infidelidad al pacto o alianza (Dt 28.36-37,64-68). Cf. también Dt 4.27; Jer 15.14; 16.13; 17.4.]