2 Reyes 22

2 Reyes 22

Reinado de Josías en Judá

(2~Cr 34.1-2)

1Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén durante treinta y un años. Su madre se llamaba Jedidá, hija de Adaías, y era de Boscat.[#22.1 En el reino de Judá tenía plena vigencia la promesa del Señor a David sobre la perpetuidad de su dinastía (2 S 7.16). De ahí que no se pusiera en discusión el principio de la sucesión dinástica (cf. 2 R 11.1-3,12).]

2Los hechos de Josías fueron rectos a los ojos del Señor, pues siguió en todo la conducta de David, su antepasado, sin desviarse de ella para nada.

Se encuentra el libro de la Ley

(2~Cr 34.8-33)

3En el año dieciocho del reinado de Josías, el rey envió al templo del Señor a su cronista Safán, hijo de Asalías y nieto de Mesulam. Le dijo:

4—Ve a ver a Hilquías, el sumo sacerdote, y dile que reúna el dinero que ha sido llevado al templo del Señor y que los porteros han recogido de entre la gente,

5y que lo entregue a los encargados de las obras del templo del Señor, para que ellos a su vez paguen a los que trabajan en la reparación del templo,

6es decir, a los carpinteros, maestros de obras y albañiles, y también para que compren madera y piedras de cantería para reparar el templo.

7Dile también que no les pida cuentas del dinero que se les entregue, porque actúan con honradez.[#22.4-7 Cf. 2 R 12.10-16.]

8Hilquías, el sumo sacerdote, le contó a Safán, el cronista, que había encontrado el libro de la ley en el templo del Señor; y le entregó el libro, y Safán lo leyó.[#22.8 Cf. Dt 30.10; 31.26; Jos 1.8. Un número considerable de intérpretes sostiene que se trata de , no como lo conocemos actualmente, sino en forma abreviada. En la sección legislativa de Dt se inspiró Josías para llevar a cabo su reforma religiosa.]

9Después Safán fue a informar de esto al rey, y le dijo:

—Los siervos de Su Majestad han fundido la plata que había en el templo, y la han entregado a los encargados de reparar el templo del Señor.

10También informó Safán al rey de que el sacerdote Hilquías le había entregado un libro, y lo leyó Safán al rey.

11Al escuchar el rey lo que decía el libro de la Ley, se rasgó la ropa,[#22.11 en señal de dolor, por no haber cumplido los mandamientos del Señor (cf. v. 13) y por temor a las amenazas proferidas contra los transgresores de la Ley (cf. Dt 27; 28.15-68). Véase 2 R 11.14 n.]

12y en seguida ordenó a Hilquías, a Ahicam, hijo de Safán, a Acbor, hijo de Micaías, a Safán, el cronista, y a Asaías, oficial del rey:

13—Vayan a consultar al Señor por mí y por el pueblo y por todo Judá, en cuanto al contenido de este libro que se ha encontrado; pues el Señor debe estar muy furioso contra nosotros, ya que nuestros antepasados no prestaron atención a lo que dice este libro ni pusieron en práctica todo lo que está escrito en él.

14Hilquías, Ahicam, Acbor, Safán y Asaías, fueron a ver a la profetisa Huldá, esposa de Salum, hijo de Ticvá y nieto de Harhás, encargado del guardarropa del templo. Huldá vivía en el Segundo Barrio de Jerusalén, y cuando le hablaron,[#22.13-14 Para consultar al Señor (cf. 1 R 22.8; Jer 21.1-2) no se recurrió a un profeta sino a una profetisa, quizá porque ella vivía en las cercanías del templo. En la Biblia se mencionan otras profetisas: María (Ex 15.20), Débora (Jue 4.4) y Ana (Lc 2.36). Cf. también Neh 6.14; Hch 21.9.]

15ella les contestó:

—Esta es la respuesta del Señor, Dios de Israel: “Díganle a la persona que los ha enviado a consultarme,

16que yo, el Señor, digo: Voy a acarrear un desastre sobre este lugar y sobre sus habitantes, conforme a todo lo anunciado en el libro que ha leído el rey de Judá.

17Pues me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, provocando mi irritación con todas sus prácticas; por eso se ha encendido mi ira contra este lugar, y no se apagará.

18Díganle, pues, al rey de Judá, que los ha enviado a consultar al Señor, que el Señor, el Dios de Israel, dice también: Por haber prestado atención a lo que has oído,

19y porque te has conmovido y sometido a mí al escuchar mi declaración contra este lugar y sus habitantes, que serán arrasados y malditos, y por haberte rasgado la ropa y haber llorado delante de mí, yo también por mi parte te he escuchado. Yo, el Señor, te lo digo.

20Por lo tanto, te concederé morir en paz y reunirte con tus antepasados, sin que llegues a ver el desastre que voy a acarrear sobre este lugar.”

Los enviados del rey regresaron para llevarle a este la respuesta.

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies