Habacuc 1

Habacuc 1

1Este es el mensaje que el Señor reveló al profeta Habacuc.[#1.1 Acerca del encabezamiento de los libros proféticos, véase Is 1.1 nota.]

2Señor, ¿hasta cuándo gritaré pidiendo ayuda[#1.2-4 Estos vv., que tienen forma de lamentación, exponen la queja del profeta al ver la tolerancia del Señor con los injustos (cf. Job 19.1-7; 21; Sal 73.1-14; Jer 12.1-4; 14.9; Ap 6.10). Habacuc se resiste a aceptar que el pueblo caldeo (véase Jer 1.14-15 n.), que es el opresor de Israel, sea instrumento de la ira de Dios (cf. Is 10.5).; #1.2 Véase Sal 13 n.]

sin que tú me escuches?

¿Hasta cuándo clamaré a causa de la violencia

sin que vengas a librarnos?

3¿Por qué me haces ver

tanta angustia y maldad?

Estoy rodeado de violencia y destrucción;

por todas partes hay pleitos y luchas.

4No se aplica la ley,

se pisotea el derecho,

el malo persigue al bueno

y se tuerce la justicia.

5«Miren ustedes a las naciones que los rodean;

mírenlas y llénense de espanto.

Estoy a punto de hacer cosas tales

que ustedes no las creerían, si alguien se las contara.

6Voy a poner en pie de guerra a los caldeos,[#1.6 El imperio caldeo o neobabilónico era, para los israelitas, símbolo de violencia y destrucción. Cf. 2 R 24.2; Jer 6.22-23; 10.22.]

que son gente cruel, que siempre están dispuestos

a recorrer el mundo de lado a lado

para adueñarse de tierras que no les pertenecen.

7Son espantosos y terribles,

y no reconocen más ley que la suya.

8Sus caballos son más veloces que los leopardos,

más salvajes que los lobos del desierto.

Sus jinetes galopan en gran número

y se lanzan al ataque desde lejos,

como el águila se lanza sobre su presa.

9Todo lo destruyen a su paso;

en su avance van sembrando el terror,

y son más los prisioneros que hacen

que las arenas que hay en el mar.

10Se burlan de los reyes

y de la gente importante.

Se ríen de las fortalezas,

pues levantan rampas ante ellas

y las toman por asalto.

11Pasan como un huracán;

no reconocen más dios que su propia fuerza.»

12Señor, ¿acaso no existes tú eternamente,

mi Dios santo e inmortal?

Señor y protector mío,

tú has dado fuerza a los caldeos

para que ellos ejecuten tu justicia.

13Tú eres demasiado puro para consentir el mal,

para contemplar con agrado la iniquidad;

¿cómo, pues, contemplas callado a los criminales,

y guardas silencio mientras el malvado

destruye a los que son mejores que él?

14¿Por qué tratas a los hombres

como a peces del mar,

como a animales sin gobierno?

15Los caldeos se apoderan de otras naciones

como el pescador se apodera del pescado:

lo atrapa con anzuelos y con redes,

y luego, al verlo todo junto, se llena de alegría.

16Por eso el pescador adora sus redes y anzuelos,

y ofrece sacrificios y quema incienso en su honor,

pues gracias a ellos tiene comida buena y abundante.

17Así, ¿seguirán los caldeos pescándonos con sus redes?

¿Seguirán matando sin compasión a la gente?

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies