Jeremías 15

Jeremías 15

Anuncio del castigo

1El Señor me dijo: «Aunque Moisés y Samuel se presentaran aquí, delante de mí, yo no tendría compasión de este pueblo. Diles que salgan de mi presencia, que se vayan.[#15.1 En repetidas oportunidades Moisés se vio obligado a interceder en favor de Israel para obtener del Señor el perdón de los pecados y rebeldías del pueblo (Ex 32.11; 34.9; Nm 11.2; 21.7; Dt 9.20). El papel de intercesor lo desempeñó también Samuel (1 S 7.5-10; 12.19,23 ), y al menos en dos ocasiones se le pide a Jeremías que haga valer su intercesión delante de Dios (Jer 37.3; 42.2,20).; #15.1 Siguiendo el ejemplo de Moisés, de Samuel y de otros profetas (cf. Am 7.2,5), Jeremías intercedió delante del Señor en favor de Israel, e incluso de sus propios enemigos (Jer 15.11; 18.20). Pero tres veces recibió del Señor la orden de no orar por el pueblo, porque ya era demasiado tarde para evitar el castigo (véase Jer 7.16 n.; cf. también 11.14; 14.11).]

2Y si te preguntan a dónde han de ir, diles esto de mi parte:

»“Los destinados a morir de peste,

a morir de peste;

los destinados a morir en la guerra,

a morir en la guerra;

los destinados a morir de hambre,

a morir de hambre;

los destinados al destierro,

al destierro.”

3»Yo, el Señor, afirmo: Voy a enviarles cuatro diferentes castigos: los matarán en la guerra, los arrastrarán los perros, se los comerán las aves de rapiña y los devorarán las fieras.

4Haré que todas las naciones de la tierra sientan horror de lo que voy a hacer con ellos, por causa de lo que el rey de Judá, Manasés, hijo de Ezequías, ha hecho en Jerusalén.[#15.4 Acerca del reinado de Manasés, cf. 2 R 21.1-18.]

5»¿Quién tendrá compasión de ti, Jerusalén?[#15.5 Este poema (vv. 5-9) alude probablemente a la catástrofe del año 597 a.C. (cf. 2 R 24.8-17). Su estilo se asemeja al de Lamentaciones, que se refieren a la destrucción de Jerusalén acaecida unos diez años después (cf. 2 R 25.1-21). Véase la Introducción al libro de Lamentaciones .]

¿Quién va a sentir lástima de ti?

¿Quién se va a preocupar de tu salud?

6Tú me abandonaste, me diste la espalda.

Yo, el Señor, lo afirmo.

Por eso yo, cansado de tener paciencia,

levanté mi mano para castigarte, y te destruí.

7Dispersé a tu gente como a paja,

sacándola de las ciudades del país;

dejé sin hijos a mi pueblo, lo destruí

porque no quiso dejar su mala vida.

8Dejé entre ellos más viudas

que granos de arena tiene el mar.

En pleno mediodía hice caer la muerte

sobre las madres con hijos jóvenes;

de repente hice caer sobre ellas

la angustia y el terror.

9Madres con muchos hijos[#15.9 Lit. madres con siete hijos. El número siete es la cifra de la perfección y la plenitud (véase Gn 4.23-24 n.). Por tanto, el hecho de tener siete hijos era considerado en el antiguo Israel como una señal muy especial del favor divino.]

se desmayan, quedan sin aliento;

avergonzadas y humilladas,

la luz del día se les vuelve oscuridad.

Si algunos quedan con vida,

haré que sus enemigos los maten.

Yo, el Señor, doy mi palabra.»

Exclamación del profeta

10¡Ay de mí, madre mía, que me diste a luz[#15.10 Esta expresión de honda desesperanza es superada únicamente por la amarga lamentación de Jer 20.14-18.]

solo para disputar y pelear con todo el mundo!

A nadie he prestado dinero, ni me lo han prestado a mí,

y sin embargo todos me maldicen.

11Que sus maldiciones se cumplan, Señor,[#15.11 según la versión griega (LXX). Heb. dijo .]

si no te he servido bien,

si no te he rogado en favor de mis enemigos,

cuando estaban en desgracia y aflicción.

Dios anuncia el castigo a Israel

12«¿Quién puede romper

el hierro del norte y el bronce?

13A causa de todos tus pecados, Israel,

voy a entregar a tus enemigos

tu riqueza y tus tesoros,

todo lo que tienes en tu territorio,

para que se lo lleven gratuitamente.

14Voy a hacerte esclavo de tus enemigos

en una tierra que tú no conoces,

porque mi ira se ha encendido

como un fuego que te consumirá.»

El profeta invoca al Señor

15Señor, tú que lo sabes todo,[#15.15 Cf. Sal 139.]

¡acuérdate de mí y ven en mi ayuda!

¡Toma venganza de los que me persiguen!

No seas con ellos tan paciente

que me dejes morir a mí;

mira que por ti soporto insultos.

16Cuando me hablabas, yo devoraba tus palabras;[#15.16 Cf. Ez 3.1-3.]

ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón,

porque yo te pertenezco,

Señor y Dios todopoderoso.

17Yo he evitado juntarme

con los que solo piensan en divertirse;

desde que tú te apoderaste de mí

he llevado una vida solitaria,

pues me llenaste de tu ira.

18¿Por qué mi dolor nunca termina?

¿Por qué mi herida es incurable,

rebelde a toda curación?

Te has vuelto para mí

como el agua engañosa de un espejismo.

Respuesta del Señor

19Entonces el Señor me respondió:

«Si regresas a mí, volveré a recibirte

y podrás servirme.

Si evitas el hablar por hablar

y dices solo cosas que valgan la pena,

tú serás quien hable de mi parte.

Son ellos quienes deben volverse a ti,

y no tú quien debe volverse a ellos.

20Yo haré que seas para este pueblo

como un muro de bronce, difícil de vencer.

Te harán la guerra,

pero no te vencerán,

pues yo estoy contigo para salvarte y librarte.

Yo, el Señor, doy mi palabra.

21Te libraré del poder de los malvados,

¡te salvaré del poder de los violentos!»

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies