Jeremías 3

Jeremías 3

Israel ha sido infiel al Señor

1El Señor dice:

«Si un hombre se divorcia de su mujer

y ella, al separarse de él,

se casa con otro hombre,

el primero no volverá a unirse con ella.

¡Eso sería una grave ofensa al país!

Sin embargo, tú, Israel,

te has prostituido con muchos amantes,

¡y ahora quieres volver a mí!

Yo, el Señor, lo afirmo.

2»Mira las lomas peladas, fíjate bien:[#3.2 alusión a las colinas donde se rendía culto a los dioses de la fertilidad. Véanse 1 R 3.2 n.; Jer 2.20 nota.]

¿dónde no te has dejado deshonrar?

Sentada como árabe del desierto,

a la orilla del camino esperabas a tus amantes.

Has manchado el país con tu prostitución y tu maldad.

3Por eso han faltado las lluvias

en invierno y primavera.

Tienes el descaro de una prostituta;

¡debería darte vergüenza!

4Hace poco me decías:

“Padre mío, amigo de mi juventud,

5¿vas a estar siempre enojado?,

¿te va a durar la ira para siempre?”

Y mientras decías esto,

hacías todo el mal que podías.»

El Señor exhorta a Israel y a Judá al arrepentimiento

6En tiempos del rey Josías me dijo el Señor: «¿Has visto lo que hizo la rebelde Israel? Fue y se dedicó a la prostitución sobre toda loma alta y bajo todo árbol frondoso.[#3.6 Véase Jer 1.2 n.]

7Yo pensé que, aun después de todo lo que ella había hecho, volvería a mí; pero no volvió. Su hermana, la infiel Judá, vio esto;

8y vio también que yo repudié a la rebelde Israel y que me divorcié de ella precisamente por el adulterio cometido. Pero Judá, la infiel hermana de Israel, no tuvo temor, sino que también ella fue y se dedicó a la prostitución.[#3.8 El reino de Israel fue destruido en el año 721 a.C. por las tropas asirias (cf. 2 R 17.3-6); aunque este trágico fin debió ser un escarmiento para su hermana Judá, ésta fue incapaz de aprender la lección.]

9Y lo hizo con tanta facilidad, que profanó el país. Me fue infiel adorando a las piedras y a los árboles.[#3.9 Véase Jer 2.27 n.]

10Y después de todo esto, la infiel Judá tampoco volvió a mí de todo corazón, sino que me engañó. Yo, el Señor, lo afirmo.»

11El Señor me dijo: «La rebelde Israel es menos culpable que la infiel Judá.

12Ve y anuncia este mensaje mirando hacia el norte:

»“El Señor afirma:

¡Vuelve a mí, rebelde Israel!

No te recibiré de mal modo

ni mantendré mi enojo por siempre,

porque soy bondadoso.

Yo, el Señor, doy mi palabra.

13Reconoce tan solo tu maldad,

y que fuiste rebelde contra el Señor tu Dios;

que corriste en busca de amores extraños

debajo de todo árbol frondoso,

y que no obedeciste mis órdenes.

Yo, el Señor, lo afirmo.”»

14El Señor afirma: «Regresen, hijos rebeldes, pues yo soy su dueño. Tomaré uno de cada ciudad y dos de cada clan, y los haré volver a Sión.[#3.14 En el texto hebreo hay un juego de palabras entre el vocablo dueño y el nombre del dios cananeo Baal, que significa dueño, esposo o señor. La idea que se quiere afirmar es que Israel pertenece al Señor, no a Baal.; #3.14 Este v. anuncia un nuevo comienzo para Israel y para Judá. La reconciliación con el Señor tendrá como consecuencia la reunificación de los dos reinos en un solo pueblo de Dios. Pero no puede haber reconciliación sin una vuelta sincera al Señor. Acerca de Sión, véase Sal 2.6 n.]

15Les daré los gobernantes que a mí me agradan, y ellos los gobernarán a ustedes con sabiduría y entendimiento.

16Y cuando ustedes hayan aumentado en el país y tengan ya muchos hijos, nadie volverá a hablar más del arca de la alianza del Señor; nadie pensará en ella ni se acordará más de ella; ya no hará falta ni se hará una nueva. Yo, el Señor, doy mi palabra.[#3.16 El arca de la alianza se presenta alternativamente, en el AT, como el receptáculo de las tablas de la ley (Dt 10.1-5) o como el trono visible del Dios de Israel (1 S 4.4; Sal 80.1[2]). En cualquiera de los dos casos, era el objeto sagrado que simbolizaba la presencia del Señor en medio de su pueblo. Véanse Ex 25.10-22 n.; Sal 68.1(2) n.; cf. también Nm 10.33-35.; #3.16 Se desconoce la fecha exacta en que desapareció el arca de la alianza, ya que el templo de Jerusalén fue saqueado más de una vez (cf. 1 R 14.25-26; 2 R 14.12-14). Sin embargo, su desaparición no pudo ser posterior a la caída de Jerusalén y a la destrucción del templo por Nabucodonosor, rey de Babilonia (cf. 2 R 25.9,13-17; Jer 52.13,17-23). Según la promesa contenida en este v., en el futuro no será echado de menos porque el mismo Señor hará sentir su presencia sin la mediación de ningún objeto sagrado. Cf. Ap 21.3; 22.5.]

17Jerusalén será llamada entonces el trono del Señor; todas las naciones se reunirán allí para honrarme, y no volverán a seguir tercamente las malas inclinaciones de su corazón.[#3.17 Esta segunda promesa prolonga y completa la anterior. Si el arca de la alianza fue en un tiempo el trono del Señor (véase Jer 3.16 nota), en el futuro será reemplazada por la ciudad de Jerusalén, convertida en punto de reunión de todas las naciones (Is 2.2-5; Miq 4.1-3).]

18»Cuando llegue ese día, Judá se unirá a Israel, y juntos regresarán del país del norte a la tierra que di como herencia a los antepasados de ustedes.[#3.18 Cf. Gn 13.14-15.]

La idolatría de Israel

19»Israel, yo decidí aceptarte como hijo[#3.19 Véase Ex 4.22-23 n.; cf. Os 11.1.]

y darte una tierra envidiable,

el país más bello de todo el mundo.

Yo pensé que me llamarías padre

y que nunca te alejarías de mí.

20Pero como una mujer que es infiel a su esposo,

así ustedes me fueron infieles.

Yo, el Señor, lo afirmo.

21»Se oyen voces en las lomas desiertas:

¡son los israelitas, que lloran y piden compasión!

Se desviaron del camino recto

y se olvidaron de mí, el Señor su Dios.

22Vuélvanse a mí, hijos rebeldes,

y yo los curaré de su rebeldía.»

Respuesta de los israelitas al Señor

«Aquí estamos, acudimos a ti,

porque tú eres el Señor nuestro Dios.

23De nada nos sirve ir a las colinas

o gritar sobre los montes;

solo en el Señor nuestro Dios

encuentra Israel su salvación.

24La vergonzosa idolatría nos ha hecho perder

lo que nuestros padres consiguieron

desde que éramos niños:

ovejas y ganado, hijos e hijas.

25Humillémonos, pues, avergonzados,

cubiertos de deshonra,

pues desde niños y hasta ahora,

nosotros y nuestros antepasados

hemos pecado contra el Señor nuestro Dios

y no le hemos obedecido.»

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies