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1Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del río Jordán, y el Espíritu lo llevó al desierto.[#4.1 Véase Mt 4.1 n.]
2Allí estuvo cuarenta días, y el diablo lo puso a prueba. No comió nada durante esos días, así que después sintió hambre.[#4.2 Véase Mt 4.2 n.; #4.2 Cf. Heb 2.18; 4.15.]
3El diablo entonces le dijo:
—Si de veras eres Hijo de Dios, ordena a esta piedra que se convierta en pan.
4Jesús le contestó:
—La Escritura dice: “No solo de pan vivirá el hombre.”
5Luego el diablo lo levantó y, mostrándole en un momento todos los países del mundo,
6le dijo:
—Yo te daré todo este poder y la grandeza de estos países. Porque yo lo he recibido, y se lo daré al que quiera dárselo.
7Si te arrodillas y me adoras, todo será tuyo.
8Jesús le contestó:
—La Escritura dice: “Adora al Señor tu Dios, y sírvele solo a él.”
9Después el diablo lo llevó a la ciudad de Jerusalén, lo subió a la parte más alta del templo y le dijo:[#4.9 El templo de Jerusalén (véase Índice temático) era el centro del culto de los judíos.]
—Si de veras eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí;
10porque la Escritura dice:
“Dios mandará que sus ángeles
te cuiden y te protejan.
11Te levantarán con sus manos,
para que no tropieces con piedra alguna.”
12Jesús le contestó:
—También dice la Escritura: “No pongas a prueba al Señor tu Dios.”
13Cuando ya el diablo no encontró otra forma de poner a prueba a Jesús, se alejó de él por algún tiempo.[#4.13 Cf. Heb 4.15. Por algún tiempo: otra posible traducción: hasta el tiempo oportuno. Satanás vuelve a aparecer en el relato de Lc 22.3.]
14Jesús volvió a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo, y se hablaba de él por toda la tierra de alrededor.
15Enseñaba en la sinagoga de cada lugar, y todos le alababan.
16Jesús fue a Nazaret, el pueblo donde se había criado. El sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso de pie para leer las Escrituras.[#4.15-16 casa de reunión y culto público de los judíos; véase Índice temático. En el culto del sábado, el que presidía podía invitar a cualquier varón adulto, judío, a leer en voz alta un pasaje de las Escrituras y explicarlo.]
17Le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito:[#4.17 Al comienzo de su labor pública, Jesús hace suyas las palabras del profeta Isaías para declarar que su mensaje y su ministerio están dirigidos a los pobres y oprimidos y a todos los necesitados. Véase 2.8 n.]
18«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado
para llevar la buena noticia a los pobres;
me ha enviado a anunciar libertad a los presos
y dar vista a los ciegos;
a poner en libertad a los oprimidos;
19a anunciar el año favorable del Señor.»[#4.18-19 Is 61.1-2 (gr.); la última frase del v. 18 es de Is 58.6. Los pasajes citados forman parte de los poemas referentes al siervo del Señor (cf. también Is 42.7; 49.9).]
20Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los que estaban allí tenían la vista fija en él.[#4.20 Lit. enrolló; los libros tenían la forma de rollos y eran de cuero (pergamino).; #4.20 La lectura de las Escrituras en la sinagoga se hacía de pie (v. 16), pero el expositor se sentaba para impartir la exhortación o enseñanza.]
21Él comenzó a hablar, diciendo:
—Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír.
22Todos hablaban bien de Jesús y estaban admirados de las cosas tan bellas que decía. Se preguntaban:
—¿No es este el hijo de José?
23Jesús les respondió:
—Seguramente ustedes me dirán este refrán: “Médico, cúrate a ti mismo.” Y además me dirán: “Lo que oímos que hiciste en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu propia tierra.”
24Y siguió diciendo:
—Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su propia tierra.
25Verdaderamente, había muchas viudas en Israel en tiempos del profeta Elías, cuando no llovió durante tres años y medio y hubo mucha hambre en todo el país;
26pero Elías no fue enviado a ninguna de las viudas israelitas, sino a una de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón.[#4.25-26 1 R 17.1,8-16; Stg 5.17.]
27También había en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero no fue sanado ninguno de ellos, sino Naamán, que era de Siria.[#2~R 5.1-14.]
28Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se enojaron mucho.[#4.28 porque Jesús insinuaba (vv. 25-27) que la bondad de Dios no es solamente para el pueblo de Israel sino también para los de otras naciones.]
29Se levantaron y echaron del pueblo a Jesús, llevándolo a lo alto del monte sobre el cual el pueblo estaba construido, para arrojarlo abajo desde allí.
30Pero Jesús pasó por en medio de ellos y se fue.
31Jesús fue a Cafarnaúm, un pueblo de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente.[#4.31 Jesús fue de Nazaret a Cafarnaúm, importante centro comercial a orillas del lago de Galilea.; #4.31 véase Índice temático .]
32Y la gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque hablaba con plena autoridad.[#4.32 Cf. Mt 7.28-29.]
33En la sinagoga había un hombre que tenía un demonio o espíritu impuro, el cual gritó con fuerza:[#4.33 Véase Mc 1.23 n.]
34—¡Déjanos! ¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco, y sé que eres el Santo de Dios.[#4.34 Véase Mc 1.24 nota.]
35Jesús reprendió a aquel demonio, diciéndole:
—¡Cállate y deja a este hombre!
Entonces el demonio arrojó al hombre al suelo delante de todos, y salió de él sin hacerle ningún daño.
36Todos se asustaron, y se decían unos a otros:
—¿Qué palabras son estas? Con toda autoridad y poder este hombre ordena a los espíritus impuros que salgan, ¡y ellos salen!
37Y se hablaba de Jesús por todos los lugares de la región.
38Jesús salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y rogaron por ella a Jesús.[#4.38 Es decir, la casa de Simón Pedro, en Cafarnaúm.]
39Jesús se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre se le quitó. Al momento, ella se levantó y comenzó a atenderlos.
40Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes enfermedades los llevaron a Jesús; y él puso las manos sobre cada uno de ellos, y los sanó.[#4.40 terminaba el sábado, día de reposo obligatorio, y entonces podían cargar a los enfermos para llevarlos a Jesús; véase Mc 1.32 n.]
41De muchos enfermos también salieron demonios, que gritaban:
—¡Tú eres el Hijo de Dios!
Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
42Al amanecer, Jesús salió fuera de la ciudad, a un lugar solitario. Pero la gente lo buscó, y llegaron a donde él estaba. Querían detenerlo, para que no se fuera,
43pero Jesús les dijo:
—También tengo que anunciar la buena noticia del reino de Dios a los otros pueblos, porque para esto fui enviado.
44Así iba Jesús anunciando el mensaje en las sinagogas del país de los judíos.[#Mt 4.23.]