Apocalipsis 6

Apocalipsis 6

Los cuatro primeros sellos,

1Luego vi cuando el Cordero rompía el primero de los siete sellos, y oí que uno de aquellos cuatro seres vivientes decía con voz que parecía un trueno: «¡Ven!»

2Miré, y vi un caballo blanco, y el que lo montaba llevaba un arco en la mano. Se le dio una corona, y salió triunfante y para triunfar.[#6.1-2 Teniendo en cuenta el simbolismo constante del color blanco (véanse 2.17 nota y 3.4 n.) y la semejanza con Ap 19.11, muchos ven en este jinete un símbolo de Cristo, a quien pertenece la victoria (Ap 5.5). Otros, observando las características de los otros caballos (vv. 3-8), lo interpretan como símbolo de ejércitos destructores.]

3Cuando el Cordero rompió el segundo sello, oí que el segundo de los seres vivientes decía: «¡Ven!»

4Y salió otro caballo. Era de color rojo, y el que lo montaba recibió poder para quitar la paz del mundo y para hacer que los hombres se mataran unos a otros; y se le dio una gran espada.[#6.3-4 guerra. Rojo : símbolo de la guerra y del correr de la sangre.]

5Cuando el Cordero rompió el tercer sello, oí que el tercero de los seres vivientes decía: «¡Ven!» Miré, y vi un caballo negro, y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.

6Y en medio de los cuatro seres vivientes oí una voz que decía: «Solamente un kilo de trigo por el salario de un día, y tres kilos de cebada por el salario de un día; pero no eches a perder el aceite ni el vino.»[#6.5-6 hambre. Negro : símbolo del hambre, consecuencia de la guerra. La balanza es para medir el grano, que escasea y se vende caro. La escasez parece no afectar al vino ni al aceite de oliva, considerados también como artículos de primera necesidad (Dt 7.13; 11.14; Jl 2.19, etc.).]

7Cuando el Cordero rompió el cuarto sello, oí que el cuarto de los seres vivientes decía: «¡Ven!»

8Miré, y vi un caballo amarillento, y el que lo montaba se llamaba Muerte. Tras él venía el que representaba al reino de la muerte, y se les dio poder sobre la cuarta parte del mundo, para matar con guerras, con hambres, con enfermedades y con las fieras de la tierra.[#6.7-8 peste. Amarillento: o bayo, verdoso, sugiere la palidez de la muerte. Cf. Ez 14.21. Reino de la muerte : Véase Índice temático. Se presentan así las tres calamidades tradicionales de la humanidad: guerra, hambre y peste.]

El quinto y el sexto sellos

9Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar a los que habían sido degollados por haber proclamado el mensaje de Dios y haber sido fieles a su testimonio.

10Decían con fuerte voz: «Soberano santo y fiel, ¿cuándo juzgarás a los habitantes de la tierra y vengarás nuestra muerte?»,[#6.9-10 lamento de los que han sido degollados por su fe (cf. Sal 79.5-10). Los lectores del Asia Menor habrán pensado aquí en los mártires de la persecución romana, probablemente bajo el emperador Domiciano (años 81-96 d.C.). Debajo del altar : o al pie del altar; se emplea la imagen de la sangre de los animales sacrificados, que se derramaba al pie del altar (Lv 4.7), para indicar que la muerte de los mártires ha sido como un sacrificio aceptado por Dios (cf. Flp 2.17; 2 Ti 4.6).; #6.10 Ap 19.2; cf. Dt 32.43.]

11Entonces se les dieron ropas blancas, y se les dijo que descansaran aún por un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus hermanos que, en el servicio a Dios, tenían que ser muertos como ellos.[#6.11 Véase 3.4 n.]

12Cuando el Cordero rompió el sexto sello, miré, y hubo un gran terremoto. El sol se volvió negro, como ropa de luto; toda la luna se volvió roja, como la sangre,[#6.12 catástrofe universal.; #6.12 Cf. Is 13.10; Jl 2.10; 2.31 (3.4); 3.15 (4.15); Mt 24.29 y paralelos.; #6.12 Jl 2.31 (3.4); 3.15 (4.15).]

13y las estrellas cayeron del cielo a la tierra, como caen los higos verdes de la higuera cuando esta es sacudida por un fuerte viento.

14El cielo desapareció como un papel que se enrolla, y todas las montañas y las islas fueron removidas de su lugar.[#6.13-14 Is 34.4.; #6.14 Ap 16.20.]

15Y los reyes del mundo se escondieron en las cuevas y entre las rocas de las montañas, junto con los grandes, los jefes militares, los ricos, los poderosos y todos los esclavos y los hombres libres;[#6.15 Cf. Is 2.19,21.]

16y decían a las montañas y a las rocas: «¡Caigan sobre nosotros y escóndannos de la presencia del que está sentado en el trono, y de la ira del Cordero![#Os 10.8; Lc 23.30.]

17Porque ha llegado ya el gran día del castigo, ¿y quién podrá resistir?»[#6.17 Is 13.6; Ez 30.2-3; Jl 1.15; 2.11; Am 5.18-20; 8.9-14; Sof 1.14-18; Mal 3.2.]

Texto © Sociedades Bíblicas Unidas, 1994.
Published by: United Bible Societies