Salmos 10

Salmos 10

Clamor por causa de los impíos

1Oh SEÑOR, ¿por qué te mantienes lejos[#Salmos 9 y 10 parecen haber formado antes uno solo, pues en conjunto forman básicamente un acróstico. La LXX (seguida por algunas otras versiones) los juntó, de modo que los salmos siguientes llevan otra numeración hasta el Salmo 147, al que divide en dos para terminar siempre con 150. Nuestra numeración sigue TM.]

y te escondes en los tiempos de angustia?

2Con arrogancia el impío persigue al pobre.

¡Sean atrapados en los artificios que han maquinado!

3Porque el impío se gloría del apetito de su alma,

y el codicioso maldice y desprecia al SEÑOR.

4El impío, por la altivez de su rostro, no le busca;

no está Dios en ninguno de sus pensamientos.

5En todo tiempo son torcidos sus caminos;

tus juicios están muy por encima de su vista,

y a todos sus adversarios desprecia.

6Dice en su corazón: “No seré movido;

de generación en generación nunca

estaré en infortunio”.

7Su boca está llena de maldición, engaño y fraude;

debajo de su lengua hay vejación e iniquidad.

8Pone emboscadas a las aldeas;

en los escondrijos mata a los inocentes;

sus ojos vigilan a los desdichados.

9Acecha desde un escondite,

como el león desde la espesura.

Acecha para arrebatar al pobre;

arrebata al pobre atrayéndolo a su red.

10Se agacha, lo aplasta;

y en sus fuertes garras caen los desdichados.

11Dice en su corazón:

“Dios se ha olvidado.

Ha ocultado su rostro; nunca lo verá”.

12¡Levántate, oh SEÑOR Dios;

alza tu mano!

No te olvides de los pobres.

13¿Por qué desprecia el impío a Dios?

En su corazón piensa que tú no lo llamarás a cuenta.

14Ciertamente tú ves la vejación y la provocación;

las miras para dar la recompensa.

A tus manos se acoge el desdichado;

tú eres el amparo del huérfano.

15Quebranta el brazo del impío y del malo;

castígalos por su perversidad

hasta que desistan de ella.

16¡El SEÑOR es Rey para siempre!

De su tierra desaparecerán las naciones.

17El deseo de los humildes escuchas, oh SEÑOR;

tú dispones su corazón

y tienes atento tu oído

18para juzgar al huérfano y al oprimido,

a fin de que el hombre de la tierra

no vuelva más a hacer violencia.

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