Salmos 102

Salmos 102

¡Dios mío, tus años no tienen fin!

SALMO 102 (101)

1-21-2 (2-3) Dios mío,

escucha mi oración;

atiende a mis ruegos.

No tardes en responderme

cuando te llame;

no me des la espalda

cuando me encuentre angustiado.

33 (4) La vida es como el humo

y se me escapa.

Los huesos me arden de dolor;

parecen carbones encendidos.

44 (5) Me siento muy afligido;

hasta parezco hierba marchita.

¡Ni ganas de comer tengo,

y hasta los huesos se me ven!

55 (6) ¡Es muy grande mi angustia!

6-76-7 (7-8) Estoy tan triste y solitario

como un buitre en el desierto,

como un búho entre las ruinas,

como un gorrión sobre el tejado.

¡Hasta he perdido el sueño!

88 (9) No pasa un solo día

sin que mis enemigos me ofendan;

¡hasta me echan maldiciones!

99 (10) Mi comida y mi bebida

son mi propio llanto.

1010 (11) ¡Te enojaste,

te llenaste de furia!

¡Me levantaste,

para derribarme después!

1111 (12) Mi vida va pasando

como las sombras en la noche;

¡me estoy marchitando como la hierba!

1212 (13) Pero tú, mi Dios,

eres el rey eterno

y vives para siempre.

13-1413-14 (14-15) Un día te levantarás

y tendrás compasión de tu pueblo.

¡Ese día ha llegado!

¡Ya es tiempo de que lo perdones!

Nosotros estamos a tu servicio

y amamos a la ciudad de Jerusalén;

¡verla en ruinas y entre escombros

nos causa mucho dolor!

1515 (16) Dios mío,

todas las naciones te adorarán ;

todos los reyes de la tierra

reconocerán tu grandeza.

1616 (17) Tú reconstruirás a Jerusalén

y así demostrarás tu poder.

1717 (18) Prestarás toda tu atención

a los ruegos de los desamparados,

y no dejarás de atenderlos.

1818 (19) Que esto quede por escrito

para los que aún no han nacido;

para que alabe a Dios

el pueblo que está por nacer.

1919 (20) Mientras Dios miraba

desde su palacio celestial,

se fijó en la tierra;

2020 (21) al escuchar los lamentos

de los presos condenados a muerte,

los puso en libertad.

2121 (22) Por eso en Jerusalén

se alaba su nombre;

por eso en Jerusalén

se le cantan alabanzas.

2222 (23) Todos los pueblos y reinos

se juntan para adorarlo.

2323 (24) En el transcurso de mi vida,

Dios usó su poder para humillarme

y para acortar mi existencia.

2424 (25) Entonces le rogué:

«Para ti, Dios mío,

los años no tienen fin;

¡no me lleves en plena juventud!

2525 (26) En el principio

tú afirmaste la tierra;

tú mismo hiciste los cielos,

2626 (27) pero se irán gastando,

como la ropa,

y un día, los destruirás.

Pero tú te mantendrás firme;

2727 (28) siempre serás el mismo,

y tus años no tendrán fin.

2828 (29) Nuestros hijos y nuestros nietos

estarán a tu servicio,

como lo estamos nosotros,

y vivirán contigo para siempre».

Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
Published by: United Bible Societies