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1Vi después cuatro ángeles de pie sobre los cuatro puntos cardinales de la tierra. Sujetaban a los cuatro vientos, impidiendo que soplara viento alguno sobre la tierra, sobre el mar o sobre los árboles.[#Jr 49,36; Ez 7,2; 37,9; Dn 7,2; Za 6,5.]
2Desde el oriente, entre tanto, subía otro ángel, que llevaba consigo el sello del Dios vivo y que gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de arrasar la tierra y el mar.
3Les decía:
—No causen daño a la tierra, al mar o a los árboles hasta que marquemos en la frente a los servidores de nuestro Dios.
4Y pude oír el número de los marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, tomados de todas las tribus de Israel.[#14,1.3.]
5Doce mil marcados por tribu:
de Judá, de Rubén y de Gad;
6de Aser, de Neftalí y de Manasés;
7de Simeón, de Leví y de Isacar;
8de Zabulón, de José y de Benjamín.
Una muchedumbre inmensa ante el trono.
Doce mil marcados por cada una de las tribus.
9Vi luego una muchedumbre inmensa, incontable. Gentes de toda nación, raza, pueblo y lengua; todos de pie delante del trono y del Cordero; todos vestidos con túnica blanca, llevando palmas en la mano[#3,4.]
10y proclamando con voz poderosa:
—La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.
11Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios,[#4,4; 11,16; 19,4.]
12diciendo:
—Amén. A nuestro Dios la alabanza,
la gloria, la sabiduría,
la acción de gracias, el honor,
el poder y la fuerza por siempre. Amén.
13Entonces, uno de los ancianos me preguntó:
—¿Quiénes son y de dónde han venido estos de las túnicas blancas?
14Yo le respondí:
—Mi Señor, tú eres quien lo sabe.
Él me dijo:
—Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.
15Por eso están ante el trono de Dios, rindiéndole culto día y noche en su Templo; y el que está sentado en el trono los protege.[#3,12; 4,2; 11,1.]
16Ya no volverán a sentir hambre ni sed ni el ardor agobiante del sol.[#Is 49,10; Ez 34,23; Sal 23,1-2; Jn 10,11.14 (ver Jr 2,13; Jn 4,14).]
17El Cordero que está en medio del trono será su pastor, los conducirá a manantiales de aguas vivas, y Dios mismo enjugará toda lágrima de sus ojos.[#21,4; Is 25,8 (ver 65,19).]