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2Señor,
muchos son mis enemigos,
muchos son los que se han puesto en contra mía,
3¡muchos son los que dicen de mí:
«Dios no va a salvarlo»!
4Pero tú, Señor,
eres mi escudo protector,
eres mi gloria,
eres quien me reanima.
5A gritos pido ayuda al Señor
y él me contesta desde su monte santo.
6Me acuesto y duermo, y vuelvo a despertar,[#3.6 Frase que ha dado motivo para que este salmo sea utilizado como oración de la mañana. Véase Sal 4.9 n.]
porque el Señor me da su apoyo.
7No me asusta ese enorme ejército
que me rodea dispuesto a atacarme.
8¡Levántate, Señor!
¡Sálvame, Dios mío!
Tú golpearás en la cara a mis enemigos;
¡les romperás los dientes a los malvados!
9Tú, Señor, eres quien salva;
¡bendice, pues, a tu pueblo!