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1Al bajar él del cerro, le siguieron grandes multitudes.
2Y he aquí, un leproso vino y le adoraba, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3Y extendiendo la mano, lo tocó Jesús, diciendo: Quiero, sé limpio. E inmediatamente quedó limpio de su lepra.[#NU omite]
4Y Jesús le dijo: Mira, no se lo digas a nadie; más bien ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos.[#Levítico 14.1-32.]
5Y entrando en Capernaúm, se arrimó a él un centurión, rogándole
6y diciendo: Señor, mi criado guarda cama en casa, paralizado, terriblemente atormentado.
7Y Jesús le dijo: Yo iré y lo sanaré.[#NU omite]
8Y contestando el centurión, dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; sino que solo di la palabra, y mi hijo sanará.
9Porque yo soy hombre bajo autoridad, que tengo soldados bajo mi cargo; y le digo a este: Ve, y él va; y a otro: Ven, y viene; y a mi siervo, Haz esto, y lo hace.
10Y oyéndolo Jesús, se admiró, y dijo a los que le seguían: En verdad os digo, ni siquiera en Israel he hallado tanta fe.
11Y os digo que muchos vendrán del oriente y del poniente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos.
12Pero los hijos del reino serán echados a la oscuridad de afuera; allí habrá lloro y crujir de dientes.
13Dijo, pues, Jesús al centurión: Ve, y como creíste te sea hecho. Y su hijo quedó sano en aquella misma hora.[#NU omite y .; #NU [su] hijo.]
14Y entrando Jesús en la casa de Pedro, vio a la suegra de este acostada y con fiebre.
15Y tocó su mano, y la dejó la fiebre; y se levantó, y le servía.[#TR les.]
16Y al atardecer le trajeron muchos endemoniados; y con una palabra echó fuera a los espíritus, y a todos los enfermos los sanó,
17para que se cumpliera lo que fue dicho por Isaías el profeta, diciendo: Él tomó nuestras debilidades, y cargó nuestras enfermedades.[#Isaías 53.4.]
18Cuando entonces vio Jesús mucho gentío alrededor de él, mandó que pasaran al otro lado.
19Y un escriba se acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
20Pero Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo tienen nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
21Después otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme primero ir a sepultar a mi padre.
22Pero Jesús le dijo: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus propios muertos.
23Y al entrar él en la barca, le siguieron sus discípulos.
24Y he aquí, una gran tormenta se levantó en el mar, de manera que la barca era cubierta por las olas; pero él se durmió.
25Y arrimándose los discípulos, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos![#NU omite]
26Y les dijo: ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe? Luego se levantó y reprendió el viento y el mar, y hubo gran calma.
27Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué tipo de hombre es este, que aún los vientos y el mar le obedecen?
28Y al llegar al otro lado, al territorio de los gergesenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que salían de las tumbas, violentos en extremo, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.[#Del Mar de Galilea.; #NU de los gadarenos.]
29Y he aquí, gritaron, diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá antes de tiempo para atormentarnos?
30Y lejos de ellos estaba una manada de cerdos que apacentaba.
31Y los demonios le rogaban, diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a la manada de cerdos.
32Y les dijo: Id. Y ellos salieron y se fueron a la manada de cerdos; y he aquí, se precipitó toda la manada de cerdos por el despeñadero y cayeron al mar, y perecieron en las aguas.
33Y los que los apacentaban huyeron; y se fueron a la ciudad, donde contaron todo, y lo de los endemoniados.
34Y he aquí, toda la ciudad salió al encuentro con Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se apartara de su región.