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1En aquel día Jesús salió de la casa y se sentó junto al mar.
2Muchas personas se juntaron en la playa, por eso Jesús subió a una barca y se sentó, mientras que la multitud seguía creciendo de pie en la orilla.
3Y Jesús enseñó muchas cosas a través de parábolas, diciendo:[#(parabolaís), sustantivo femenino, primera declinación, tercera sección, dativo plural, traduce: en parábolas, en comparaciones. El nominativo (parabolé) tiene su origen en el término hebreo מָשָׁל (mashal), significa comparación. Desde esta definición, la parábola es una comparación continuada, tiene una moraleja o enseñanza y los componentes de la parábola son verosímiles, son creíbles. La parábola es de origen judío. Los rabinos usaban esta figura literaria para ilustrar un aspecto de la ley, de la Torá. Jesucristo tomó las parábolas rabínicas y las adaptó para su enseñanza. Jesús utiliza en su predicación las parábolas con la finalidad de ilustrar un aspecto del reino.]
– Un agricultor salió a sembrar;
4y mientras sembraba, unas semillas cayeron en el camino, vinieron las aves y se las comieron.
5Mas otras semillas cayeron en las piedras, y brotaron enseguida, pero como no había mucha tierra, no fue posible que las raíces profundizaran para que crecieran;
6por eso, cuando salió el sol, se secaron, y por no tener raíces profundas, se marchitaron.
7Otras semillas cayeron sobre los espinos, y crecieron entre ellos, mas los espinos ahogaron las semillas ya germinadas.
8Pero otras semillas cayeron en tierra fértil y dieron frutos, algunas al 30 por ciento, otras al 60 por ciento e incluso algunas produjeron 100 por ciento más de su capacidad inicial.
9El que tenga oídos, que oiga.
10Acercándose los discípulos, le preguntaron a Jesús:
– ¿Por qué le hablas a la multitud en forma de parábolas?
11Él respondió:
– Porque a ustedes, que son mis discípulos, se les ha dado a conocer íntimamente los misterios del reino de los cielos, mas ellos no tuvieron la misma oportunidad.
12Porque al que tiene, se le dará más; pero aquel que no tiene, aún lo poco que tiene, le será quitado.
13Por esa razón les hablo en parábolas, haciendo comparaciones, con el objetivo de que se convertirán al reino, para que aquellos que no pueden ver, vean; los que no pueden escuchar, escuchen; y los que no entienden, puedan entender.
14Muchas personas tuvieron cerca el mensaje transformador, pero jamás lo entendieron, ya el profeta Isaías lo había dicho:
“Habiendo oído el mensaje, sí lo escucharon pero de ningún modo lo entendieron, inclusive viendo, vieron, pero aun así no lo percibieron, ni lo analizaron;
15porque el corazón de este pueblo se engordó de arrogancia, y con los oídos, oyeron pesadamente y sus ojos se cerraron; el único remedio, es que vean con sus ojos, escuchen con los oídos y entiendan con el corazón, para que así se conviertan y los sane”.[#Cita a Is. 6:9-10.]
16En cambio ustedes, mis discípulos, son felices, porque sus ojos ven y sus oídos escuchan.
17En verdad les digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes han visto, pero no lo vieron, y anhelaron oír las cosas que ustedes han escuchado, pero no oyeron.
18Ustedes escuchen la explicación de la parábola del agricultor:
19Todo aquel que oye la palabra del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata la palabra que ha sido sembrada en su corazón; de eso se trata la semilla que fue sembrada en el camino.
20La semilla que fue sembrada en las piedras, corresponde a que la palabra ha sido escuchada y se está recibiendo con alegría;
21pero sus raíces no tienen profundidad, por eso está expuesta a desaparecer, eso significa que la persona escuchó la palabra, pero viene el tiempo de persecución y aflicción a causa de la misma palabra y eso hace que ésta no se desarrolle en el corazón de la persona.
22La semilla que fue sembrada entre espinos, significa que la palabra ha sido escuchada, pero las preocupaciones de este tiempo y el engaño de las riquezas, ahogan la palabra, y esta se vuelve inútil en la vida de la persona.
23La semilla que fue sembrada en tierra fértil, significa que la palabra ha sido escuchada, la entendieron y la vivieron, y esta produce frutos, ya sea al treinta, al sesenta y hasta el cien por ciento más de su capacidad inicial.
24Jesús enseñó otra parábola, diciendo:
– El reino de los cielos se compara con un hombre que sembró una buena semilla de trigo en su campo;
25mientras dormían los hombres que cuidaban el campo, vino su enemigo y sembró mala hierba en medio del trigo y se marchó.
26Cuando creció el trigo y dio fruto, también se evidenció la mala hierba en medio del trigo.
27Y acercándose los empleados del campo, le dijeron al dueño:
– Señor, ¿acaso no sembraste semillas de buena calidad en el campo? pues, ¿de dónde viene la mala hierba?
28El dueño del campo les respondió:
– Un enemigo hizo esto.
Pero los empleados le dijeron:
– Entonces, ¿quieres que vayamos al campo y arranquemos la mala hierba?
29El dueño contestó:
– ¡No!, porque se corre el riesgo que al arrancar la mala hierba, también arranquemos el trigo.
30Dejen que vayan creciendo las dos plantas juntas hasta la cosecha; y en el tiempo de la cosecha le diré a los trabajadores que recojan primero la mala hierba, la aten en manojos y luego la quemen totalmente y que después recojan el trigo y lo lleven a mi granero.
31Jesús contó otra parábola:
– El reino de los cielos es semejante a una semilla de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo;
32esta es la más pequeña entre las semillas, pero cuando crece, es la más grande entre las hortalizas y llega a ser un árbol, de modo que las aves del cielo vienen y hacen nidos en sus ramas.
33Jesús contó una parábola más:
– El reino de los cielos es comparado a la levadura, que una mujer tomó y mezcló con mucha harina, y al final, toda la masa fue fermentada.
34Jesús enseñó todas estas cosas a la gente, a través de las parábolas, y sin parábolas, Jesús no les enseñaba;
35todo esto para que se cumpliera la profecía:
“Hablaré a través de parábolas, enseñaré cosas que habían estado escondidas desde la fundación del mundo”.
36Entonces, cuando Jesús dejó a la multitud, entró en la casa y sus discípulos se acercaron y le dijeron:
– Maestro, explícanos la parábola del trigo y de la mala hierba en el campo para que podamos entenderla.
37Él les explicó:
– El que siembra la semilla de buena calidad es el Hijo del Hombre.
38El campo es el mundo; y la semilla de buena calidad son los hijos del reino, pero la mala hierba, son los hijos del maligno.
39El enemigo que sembró la mala hierba es el Diablo; la cosecha es el fin de los tiempos, y los empleados que cosechan son los ángeles.
40Por lo tanto, así como es recogida la mala hierba y consumida en el fuego, así será el final de los tiempos;
41el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, que recogerán y expulsarán del reino a todos los que inducen a la maldad;
42y los echarán al horno encendido, y allí será el llanto y el rechinar de dientes.
43Entonces los justos resplandecerán con el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
44Jesús siguió enseñando una parábola más:
– El reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo descubre, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende todo lo que tiene para comprar el campo donde está el tesoro escondido.
45Una vez más Jesús contó otra parábola:
– El reino de los cielos es semejante a un comerciante que busca perlas de buena calidad;
46y cuando encontró una perla de mucho valor, se fue, y vendió todo lo que tenía y la compró.
47Añadió una parábola más:
– El reino de los cielos es semejante a una red lanzada al mar que recoge toda clase de peces;
48y cuando la red se llena, la sacan a la orilla, y sentados recogen los peces de buena calidad en canastas, pero botan a los peces de mala calidad.
49Así será el final de los tiempos, saldrán los ángeles y separarán a los malvados de los buenos,
50y a los malvados los arrojarán al horno encendido, allí será el llanto y el rechinar de dientes.
51Jesús les dijo:
– ¿Ustedes entendieron todas esas cosas que les enseñé por parábolas?
Ellos respondieron: ¡Sí!
52Así que, Jesús concluyó:
– Todo maestro de la ley que ha sido preparado en el reino de los cielos, es semejante a un hombre, dueño de una casa, el cual saca de su armario cosas nuevas y cosas viejas.
53Y cuando Jesús terminó de contar estas parábolas, se fue de allí.
54Al llegar a su tierra, enseñaba en la sinagoga de los judíos, y ellos se quedaban asombrados y decían:
– ¿De dónde saca este hombre tanta sabiduría y poder para hacer milagros?,
55¿no se llama su madre María y no son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
56¿y todas sus hermanas no viven cerca de nosotros? ¿quién le ha dado tanto conocimiento y poder?
57Y se escandalizaron de Él. Pero Jesús les dijo:
– Un profeta no tiene honra en su propia tierra.
58Por causa de la incredulidad de ellos, no hizo muchos milagros allí.