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1Pasaron por Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga judía.[#17,1: Ciudades de la antigua Macedonia, en la costa norte del mar Egeo.— Capital de la provincia romana de Macedonia. Puerto activo y floreciente al fondo del golfo de Termas y en la ruta de la , una de las más importantes calzadas romanas. Tenía estatuto de “ciudad libre” y habitaba en ella una nutrida colonia judía. Ver Introducción a la primera carta a los Tesalonicenses.]
2Siguiendo su costumbre, Pablo asistió a sus reuniones, y durante tres sábados consecutivos departió con ellos,[#9,10; 17,10.17; (ver Lc 4,16).]
3explicándoles y demostrándoles, con base en las Escrituras, que el Mesías había de padecer y resucitar de entre los muertos. Y añadía:
— El Mesías no es otro que Jesús, a quien yo les anuncio.
4Algunos judíos se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, y lo mismo hicieron muchos griegos que rendían culto al verdadero Dios, junto con numerosas damas distinguidas.[#10,2 (segunda nota); 13,50; 17,12.]
5Pero los judíos, movidos por la envidia, reclutaron unos cuantos maleantes callejeros que alborotaron a la población y provocaron un tumulto en la ciudad. Se aglomeraron ante la casa de Jasón con el propósito de conducir a Pablo y a Silas ante la asamblea popular.[#1 Ts 2,2.14.]
6Como no los encontraron, llevaron a rastras a Jasón y a algunos otros hermanos ante los magistrados, diciendo a gritos:
— ¡Esos individuos que han revolucionado el mundo entero, también se han presentado aquí!
7¡Jasón los ha hospedado en su casa y no hacen más que desafiar las leyes del emperador y afirman que hay otro rey, Jesús![#Lc 23,3; Jn 19,12.]
8Estas palabras alarmaron a la gente y a los magistrados;
9así que exigieron a Jasón y a los demás que depositasen una fianza para dejarlos en libertad.
10Al caer la noche, sin más dilación, los hermanos encaminaron a Pablo y a Silas hacia Berea. Llegados allí, no tardaron en acudir a la sinagoga judía.[#17,10: Ciudad situada a unos 75 km al oeste de Tesalónica, también al borde de la , pero ya tierra adentro.]
11En Berea, los judíos eran de mejor talante que los de Tesalónica, y recibieron el mensaje con gran interés, estudiando asiduamente las Escrituras para comprobar si las cosas eran realmente así.[#(Ver Jn 5,39).]
12Muchos de ellos creyeron, e incluso entre los no judíos hubo un gran número de señoras distinguidas y de hombres que abrazaron la fe.[#13,50; 14,19.]
13Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que Pablo estaba anunciando el mensaje de Dios en Berea, fueron allá para incitar y alborotar a la plebe.
14Así que, sin pérdida de tiempo, los hermanos condujeron a Pablo hasta la costa; Silas y Timoteo se quedaron en Berea.[#15,22; 16,1 (notas); 1 Ts 3,1-6.]
15Los que acompañaban a Pablo lo escoltaron hasta Atenas y regresaron con el encargo de que Silas y Timoteo se reuniesen cuanto antes con él.[#17,15: La gran ciudad, centro cultural y religioso del helenismo; sin embargo, la capital política de la región en la época romana fue Corinto.]
16Mientras esperaba en Atenas a Silas y a Timoteo, Pablo se sentía exasperado al ver la ciudad sumida en la idolatría.
17Conversaba en la sinagoga con los judíos y con los que, sin serlo, rendían culto al Dios verdadero; y lo mismo hacía diariamente en la plaza mayor con los transeúntes.[#17,17: Ver nota a 2,11.; #10,2 (segunda nota); 18,19.]
18También entraron en contacto con él algunos filósofos epicúreos y estoicos. Unos preguntaban:
— ¿Qué podrá decir este charlatán?
Otros, basándose en que anunciaba la buena nueva de Jesús y de la resurrección, comentaban:
— Parece ser un propagandista de dioses extranjeros.
19Así que, sin más miramientos, lo llevaron al Areópago y le preguntaron:[#17,19: Es el nombre de una colina de Atenas que significa “colina de Ares”, el dios griego de la guerra. Pero la palabra pasó a designar el Consejo Supremo de la ciudad que, al menos en alguna época, celebró allí sus sesiones.]
— ¿Puede saberse qué nueva doctrina es esta que enseñas?
20Pues nos estás martilleando los oídos con extrañas ideas y queremos saber qué significa todo esto.
21(Téngase en cuenta que todos los atenienses, y también los residentes extranjeros, no se ocupaban más que de charlar sobre las últimas novedades).
22Pablo, erguido en el centro del Areópago, tomó la palabra y se expresó así:
— Atenienses: resulta a todas luces evidente que ustedes son muy religiosos.
23Lo prueba el hecho de que, mientras deambulaba por la ciudad contemplando los monumentos sagrados, he encontrado un altar con esta inscripción: “Al dios desconocido”. Pues al que ustedes adoran sin conocerlo, a ese les vengo a anunciar.[#17,23: Era costumbre entre los antiguos (no sólo, por tanto, entre los atenienses) dedicar un altar al o , para evitar la posible ira de algún dios a quien se hubiera relegado al olvido.]
24Es el Dios que ha creado el universo y todo lo que en él existe; siendo como es el Señor de cielos y tierra, no habita en templos construidos por hombres[#7,48; Is 42,5; Sb 13,1-9; Sal 50,12; 51,18; 146,6; Mt 11,25; 1 Re 8,27; Is 66,1.]
25ni tiene necesidad de ser honrado por humanos, pues es él quien imparte a todos vida, aliento y todo lo demás.
26Él ha hecho que, a partir de uno solo, las más diversas razas humanas pueblen la superficie entera de la tierra, determinando las épocas concretas y los lugares exactos en que debían habitar.[#17,26: Esta es la lectura mejor representada en los mss. y puede entenderse, bien como masculino: bien como neutro: En realidad, bastantes otros mss., algunos de reconocido valor, dicen:; #Gn 1,27; Dt 32,8.]
27Y esto para ver si, aunque fuese a tientas, pudieran encontrar a Dios, que realmente no está muy lejos de cada uno de nosotros.
28En él, efectivamente, vivimos, nos movemos y existimos, como bien dijeron algunos de sus poetas: “Estirpe suya somos”.[#17,28: Pablo cita libremente al poeta Epiménides de Gnosos.— Esta cita parece ser de Arato, poeta del siglo III a. C., oriundo de Cilicia.]
29Siendo, pues, estirpe de Dios, no debemos suponer que la divinidad tenga algún parecido con esas imágenes de oro, plata o mármol, que son labradas por el arte y la inspiración humana.[#Is 40,18-20; 44,10-17.]
30Y aunque es verdad que Dios no ha tomado en cuenta los tiempos en que reinaba la ignorancia, ahora dirige un aviso a todos los humanos, dondequiera que estén, para que se conviertan.[#3,17; Rm 3,25; Ef 4,18.]
31Y ya tiene fijado el día en que ha de juzgar con toda justicia al mundo; a tal fin ha designado a un hombre, a quien ha dado su aprobación delante de todos al resucitarlo triunfante de la muerte.[#10,42; Sal 9,9; 96,13; 98,9.]
32Cuando oyeron hablar de resurrección de muertos, unos lo tomaron a burla. Y otros dijeron:[#17,32: A los griegos les resultaba especialmente difícil aceptar la resurrección entendida como recuperación del cuerpo material. El contexto de la filosofía socrático-platónica en el que se movían, era favorable a la inmortalidad del espíritu, pero no a la recuperación de la parte corporal que consideraban básicamenta mala.]
— ¡Ya nos hablarás de ese tema en otra ocasión!
33Así que Pablo abandonó la reunión.
34Sin embargo, hubo quienes se unieron a él y abrazaron la fe; entre ellos, Dionisio, que era miembro del Areópago; una mujer llamada Dámaris y algunos otros.[#17,33: Personaje probablemente conocido para los lectores inmediatos de Hechos. Un autor místico del siglo VI dio a conocer sus propios escritos sirviéndose de este nombre, por lo que actualmente se le conoce como el]