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1Algunos días después, Jesús regresó a Cafarnaún. En cuanto se supo que estaba en casa,[#2,1: Ver segunda nota a Mt 4,13.— Probablemente se trate de la casa de Pedro y Andrés (1,29; Mt 8,14). Algunos han sugerido que el propio Jesús tenía en Cafarnaún una casa a su disposición (ver 7,17); esta posibilidad, sin embargo, no concuerda demasiado con Mt 8,20 y Lc 9,57.]
2se reunió tanta gente, que no quedaba sitio ni siquiera ante la puerta. Y Jesús les anunciaba su mensaje.[#Mt 13,19-23; Hch 4,29; 8,25.]
3Le trajeron entonces, entre cuatro, un paralítico.
4Como a causa de la multitud no podían llegar hasta Jesús, levantaron un trozo del techo por encima de donde él estaba y, a través de la abertura, bajaron la camilla con el paralítico.[#2,4: Las casas palestinas no tenían propiamente tejado, sino más bien una especie de terraza hecha a base de madera y tierra apisonada.]
5Jesús, viendo la fe de quienes lo llevaban, dijo al paralítico:
— Hijo, tus pecados quedan perdonados.
6Estaban allí sentados unos maestros de la ley, que pensaban para sí mismos:
7“¿Cómo habla así este? ¡Está blasfemando! ¡Solamente Dios puede perdonar pecados!”.[#Lv 24,16; Mt 9,3; Is 43,25; Sal 103,3; 1 Jn 1,9.]
8Jesús, que al instante se dio cuenta de lo que estaban pensando en su interior, les preguntó:
— ¿Por qué están pensando eso?
9¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico: “Tus pecados quedan perdonados”, o decirle: “Levántate, recoge tu camilla y anda”?
10Pues voy a demostrarles que el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados en este mundo.[#2,10.28: Ver nota a Mt 8,20.]
Se volvió al paralítico y le dijo:
11— A ti te hablo: Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa.
12Y él se levantó, recogió al punto su camilla y se fue en presencia de todos. Todos los presentes quedaron asombrados y alabaron a Dios diciendo:
— Nunca habíamos visto cosa semejante.
13Jesús volvió a la orilla del lago, y toda la gente acudía a él para recibir sus enseñanzas.[#2,13: Lit. Ver nota a Mt 4,18.; #1,21-22; 6,2.]
14Al pasar, vio a Leví, el hijo de Alfeo, que estaba sentado en su despacho de recaudación de impuestos, y le dijo:[#2,14: Se trata, con toda probabilidad, del mismo personaje que en el evangelio de Mt recibe el nombre de Ver nota a Mt 9,9.— Las mercancías que entraban o salían de una ciudad estaban sujetas al llamado “impuesto de aduana” a favor de la potencia dominadora, Roma en el presente caso. La recaudación se les encargaba, por sistema de arriendo, a personajes poderosos e influyentes que, a su vez, utilizaban personal subalterno a quienes subarrendaban el encargo. Estos últimos, sobre todo, recibían el apelativo de y, como solían ejercer su oficio de manera abusiva, eran considerados pecadores públicos. Ver nota a Mt 5,46.]
— Sígueme.
Leví se levantó y lo siguió.
15Más tarde, estando Jesús sentado a la mesa en casa de Leví, muchos recaudadores de impuestos y gente de mala reputación se sentaron también con él y sus discípulos, porque eran muchos los que seguían a Jesús.[#2,15: Ver segunda y tercera nota a Mt 9,10, además de la nota anterior.; #Mt 5,46; 11,19; Lc 7,34; 15,1; 19,7; (ver Jn 9,16.24).]
16Pero algunos maestros de la ley pertenecientes al partido de los fariseos, al ver que comía con recaudadores de impuestos y gente de mala reputación, preguntaron a los discípulos:
— ¿Por qué se sienta a comer con esa clase de gente?
17Jesús lo oyó y les dijo:
— No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores.
18En cierta ocasión los discípulos de Juan el Bautista y los fariseos estaban guardando un ayuno, y algunos de ellos se acercaron a Jesús para preguntarle:
— ¿Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan y, en cambio, tus discípulos no ayunan?
19Jesús les contestó:
— ¿Pueden acaso ayunar los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? En tanto tengan a su lado al novio, no tienen por qué ayunar.
20Ya llegará el momento en que les faltará el novio; entonces ayunarán.
21Nadie remienda un vestido viejo con una pieza de tela nueva, porque la tela nueva tira de la vieja, y el roto se hace mayor.
22Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo rompe los odres, y se pierden al mismo tiempo los odres y el vino. A vino nuevo, odres nuevos.[#2 Co 5,17.]
23Un sábado iba Jesús paseando por entre unos sembrados. Los discípulos, según pasaban, se pusieron a arrancar espigas.[#2,23: . Ver nota a Mt 12,1.; #Dt 23,26.]
24Los fariseos dijeron a Jesús:
— ¿No ves que están haciendo algo que no está permitido en sábado?
25Jesús les contestó:
— ¿Nunca han leído ustedes lo que hizo David cuando él y sus compañeros se sintieron muy hambrientos?
26Entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió de los panes de la ofrenda, algo que no estaba permitido comer a nadie, sino solamente a los sacerdotes. Y dio también a los que lo acompañaban.[#2,26: El episodio aquí aludido se narra en 1 Sm 21,1-7 donde el sacerdote protagonista del suceso no es propiamente Abiatar, sino Ajimélec, el padre de Abiatar (Ver 1 Sm 22,20); este último ejercerá también funciones sacerdotales más adelante (ver 2 Sm 15,35).]
27Y Jesús añadió:
— Dios hizo el sábado por causa del ser humano, y no al ser humano por causa del sábado.
28¡El Hijo del hombre es Señor también del sábado!