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1El Señor dispuso entonces que Jonás fuera tragado por un gran pez en cuyo vientre permaneció durante tres días y tres noches.
2Desde el vientre del pez, Jonás suplicó al Señor, su Dios,[#Sal 18,7; 120,1.]
3con estas palabras:
En mi angustia clamé al Señor
y fui atendido por él;
desde las profundidades
del reino de los muertos
pedí auxilio y tú me escuchaste.
4Me arrojaste a las simas del mar,
sus corrientes me cercaron,
tu recio oleaje me arrolló.
5Me dije: «He sido expulsado
lejos de tu presencia,
pero aún volveré a ver tu Templo santo».
6Las aguas me anegaron hasta el cuello,
el abismo me envolvía,
las algas se enredaban en mi cabeza.
7Me hundí hasta el cimiento de los montes;
la tierra se cerraba tras de mí para siempre.
Sin embargo tú, Señor Dios mío,
me hiciste salir vivo de la tumba.
8Estando ya sin aliento,
me acordé del Señor
y elevé hacia ti mi oración,
hacia tu santo Templo.
9Los que adoran a ídolos vanos,
es que han olvidado tu amor.
10Mas yo, con un canto agradecido,
te he de presentar sacrificios:
¡cumpliré lo que he prometido!
¡La salvación se halla en el Señor!
11Entonces, el Señor dio instrucciones al pez y este vomitó a Jonás en tierra firme.