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1En el principio ya existía la Palabra; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.[#1.1 Jesucristo es llamado Palabra (vv. 1,14; cf. también 1 Jn 1.1; Ap 19.13) haciendo alusión a la palabra creadora de Dios (Gn 1.1-26; Sal 33.6), a su palabra reveladora (Sal 33.4; 119.89), a su palabra salvadora (Sal 107.20) y a la sabiduría divina (Pr 8.22-31 ).]
2Él estaba en el principio con Dios.
3Por medio de él, Dios hizo todas las cosas; nada de lo que existe fue hecho sin él.[#Col 1.15-17; Heb 1.2.]
4En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad.[#1.3-4 Otra puntuación de los vv. 3-4 permite la siguiente traducción: nada de lo que existe fue hecho sin él, y lo que fue hecho tenía vida en él.; #1.4 Sobre el término vida, véase Jn 3.15 n. Sobre el término luz, véase 1.9 n.]
5Esta luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no han podido apagarla.[#1.5 o dominarla: otras posibles traducciones: aceptarla (cf. v. 11) o comprenderla .]
6Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió[#1.6 Las menciones de Juan el Bautista en 1.6-8,15 son dos paréntesis en el himno, que preparan la narración de 1.19-34.]
7como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyeran por lo que él decía.[#Mt 3.1-12; Mc 1.1-8; Lc 3.1-9,15-17.]
8Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz.
9La luz verdadera que alumbra a toda la humanidad venía a este mundo.[#1.9 Es frecuente en Jn designar la acción reveladora y salvadora de Cristo con el simbolismo de la luz. Jn 8.12; 9.5; 12.46. Cf. Is 49.6.]
10Aquel que es la Palabra estaba en el mundo; y, aunque Dios hizo el mundo por medio de él, los que son del mundo no lo reconocieron.[#1.10 La palabra mundo puede designar en Jn a toda la humanidad (cf. Jn 3.16), o más en particular a los que no creen en Jesús (cf. Jn 7.7; 12.31; 14.17; 16.8,11; 17.9,14).]
11Vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron.
12Pero a quienes lo recibieron y creyeron en él, les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios.[#1.12 Jn resalta fuertemente el valor de creer en Jesucristo. Creer es la respuesta del hombre con la mente, con el corazón, con toda la persona, a la acción salvadora de Dios por medio de Jesucristo. Cuando cree, el hombre recibe la vida eterna (cf. Jn 3.14-16; 6.40; 11.25-26; 20.31).]
13Y son hijos de Dios, no por la naturaleza ni los deseos humanos, sino porque Dios los ha engendrado.[#1.13 Jn distingue claramente entre Jesucristo, el Hijo único de Dios (v. 18), y aquellos que llegan a ser «hijos de Dios» por creer en Jesucristo.; #1.13 Algunas interpretaciones antiguas han comprendido este v. así: Él es el Hijo de Dios, no por la naturaleza o por los deseos humanos, sino porque Dios lo ha engendrado, refiriendo esta frase a Cristo.]
14Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros. Y hemos visto su gloria, la gloria que recibió del Padre, por ser su Hijo único, abundante en amor y verdad.[#1.14 Lit. puso su tienda de campaña, aludiendo a la presencia de Dios en medio de su pueblo, en la Tienda del Encuentro o santuario (cf. Ex 40.34-38; Ap 21.3).; #1.14 La gloria hace referencia a la presencia activa de Dios para salvar a su pueblo (1 R 8.10-11; Is 6.3; 58.8; 60.1; Jn 2.11; 17.5).]
15Juan dio testimonio de él, diciendo: «Este es aquel a quien yo me refería cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.»[#Jn 1.30.]
16De su abundancia todos hemos recibido un don en vez de otro;[#1.16 Como se explica en el v. siguiente, el don de la ley ha quedado superado por la revelación definitiva («el amor y la verdad») que trae Jesús. Otros traducen bendición tras bendición .]
17porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor y la verdad se han hecho realidad por medio de Jesucristo.[#1.17 Aquí ya se dice explícitamente que los términos simbólicos usados antes (Palabra, luz, vida) se refieren a Jesucristo.]
18Nadie ha visto jamás a Dios; el Hijo único, que es Dios y que vive en íntima comunión con el Padre, es quien nos lo ha dado a conocer.[#Ex 33.18-20.; #1.14-18 Mt 11.27; Lc 10.22; 1 Jn 1.2.]
19Este es el testimonio de Juan, cuando las autoridades judías enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle a Juan quién era él.[#1.19 Lit. los judíos. Aquí y en otros lugares de Jn, esta expresión designa a las autoridades religiosas de Jerusalén (cf. Jn 2.18; 5.10; 7.1).]
20Y él confesó claramente:
—Yo no soy el Mesías.
21Le volvieron a preguntar:
—¿Quién eres, pues? ¿El profeta Elías?
Juan dijo:
—No lo soy.
Ellos insistieron:
—Entonces, ¿eres el profeta que ha de venir?
Contestó:
—No.
22Le dijeron:
—¿Quién eres, pues? Tenemos que llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué nos puedes decir de ti mismo?
23Juan les contestó:
—Yo soy una voz que grita en el desierto: “Abran un camino derecho para el Señor”, tal como dijo el profeta Isaías.
24Los que fueron enviados por los fariseos a hablar con Juan,
25le preguntaron:
—Pues si no eres el Mesías, ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
26Juan les contestó:
—Yo bautizo con agua; pero entre ustedes hay uno que no conocen
27y que viene después de mí. Yo ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias.[#Mc 1.7.]
28Todo esto sucedió en el lugar llamado Betania, al otro lado del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.[#1.28 un lugar al oriente del río Jordán, no la aldea cercana a Jerusalén que se menciona en Jn 11.18. Algunos mss. dicen Betabara .]
29Al día siguiente, Juan vio a Jesús, que se acercaba a él, y dijo: «¡Miren, ese es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo![#1.29 Aquí y en 1.36 se designa a Jesús con el título de Cordero de Dios. La imagen del cordero también se aplica a Jesús en otros lugares del NT y puede aludir al cordero de la Pascua (Ex 12.1-24; 1 Co 5.7; 1 P 1.18-19; véase Jn 19.36 n.), al cordero que se ofrecía diariamente en sacrificio (Ex 29.38-42), al siervo sufriente del Señor (Is 53.4-7; cf. Hch 8.32) y al cordero vencedor del mal (cf. Ap 17.14).]
30A él me refería yo cuando dije: “Después de mí viene uno que es más importante que yo, porque existía antes que yo.”[#Jn 1.15,27.]
31Yo mismo no sabía quién era; pero he venido bautizando con agua precisamente para que el pueblo de Israel lo conozca.»
32Juan también declaró: «He visto al Espíritu Santo bajar del cielo como una paloma, y reposar sobre él.
33Yo todavía no sabía quién era; pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: “Aquel sobre quien veas que el Espíritu baja y reposa, es el que bautiza con Espíritu Santo.”[#1.32-34 Mt 3.11,16-17 y paralelos; Hch 1.5; 2.1-4 (cf. Is 11.1-2; 42.1; 61.1).]
34Yo ya lo he visto, y soy testigo de que es el Hijo de Dios.»[#1.34 Algunos mss. tienen el elegido de Dios .]
35Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores.[#1.35 El autor empieza a mostrar ahora cómo algunos, partiendo del testimonio de Juan, se encuentran con Jesús y creen en él. Jesús irá perfeccionando la fe de ellos con hechos y palabras (cf. Jn 2.11; 6.68-69; 16.1; 20.8).]
36Cuando vio pasar a Jesús, Juan dijo:
—¡Miren, ese es el Cordero de Dios!
37Los dos seguidores de Juan lo oyeron decir esto, y siguieron a Jesús.
38Jesús se volvió, y al ver que lo seguían les preguntó:
—¿Qué están buscando?
Ellos dijeron:
—Maestro, ¿dónde vives?
39Jesús les contestó:
—Vengan a verlo.
Fueron, pues, y vieron dónde vivía, y pasaron con él el resto del día, porque ya eran como las cuatro de la tarde.
40Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro.
41Al primero que Andrés se encontró fue a su hermano Simón, y le dijo:
—Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo).
42Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús; cuando Jesús lo vio, le dijo:[#Mt 4.18-20; Mc 1.16-18.]
—Tú eres Simón, hijo de Juan, pero tu nombre será Cefas (que significa: Pedro).
43Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Encontró a Felipe, y le dijo:
—Sígueme.
44Este Felipe era del pueblo de Betsaida, de donde eran también Andrés y Pedro.
45Felipe fue a buscar a Natanael, y le dijo:
—Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en los libros de la ley, y de quien también escribieron los profetas. Es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.
46Dijo Natanael:
—¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?
Felipe le contestó:
—Ven y compruébalo.
47Cuando Jesús vio acercarse a Natanael, dijo:
—Aquí viene un verdadero israelita, en quien no hay engaño.
48Natanael le preguntó:
—¿Cómo es que me conoces?
Jesús le respondió:
—Te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera.
49Natanael le dijo:
—Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel!
50Jesús le contestó:
—¿Me crees solamente porque te he dicho que te vi debajo de la higuera? Pues vas a ver cosas más grandes que estas.
51También dijo Jesús:
—Les aseguro que ustedes verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.