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1Después David se puso en camino, y Jonatán regresó a la ciudad.
2David se dirigió a Nob, a ver al sacerdote Ahimélec, que sorprendido salió a su encuentro y le dijo:[#21.2 caracterizada en 1 S 22.19 como ciudad de los sacerdotes, estaba situada al norte de Jerusalén, a corta distancia. Estos sacerdotes habían venido de Siló, el santuario en el que Samuel había pasado su juventud (1 S 1.21-22; 2.11). Véase Jos 18.1 nota * .; #21.2 era uno de los descendientes del sacerdote Elí (1 S 22.9; cf. 14.3).]
—¿Cómo es que vienes solo, sin que nadie te acompañe?
3David le contestó:
—El rey me ha ordenado atender un asunto, y me ha dicho que nadie debía saber para qué me ha enviado ni cuáles son las órdenes que traigo. En cuanto a los hombres bajo mis órdenes, los he citado en cierto lugar.
4A propósito, ¿qué provisiones tienes a mano? Dame cinco panes o lo que encuentres.
5Y el sacerdote le contestó:
—El pan que tengo a mano no es pan común y corriente, sino que está consagrado. Pero te lo daré, si tus hombres se han mantenido alejados de las mujeres.
6David le respondió con firmeza:
—Como siempre que salimos a campaña, hemos estado alejados de las mujeres. Y aunque éste es un viaje ordinario, ya mis hombres estaban limpios cuando salimos, así que con más razón lo han de estar ahora.
7Entonces el sacerdote le entregó el pan consagrado, pues allí no había más que los panes que se consagran al Señor y que ese mismo día se habían quitado del altar, para poner en su lugar pan caliente.
8En aquella ocasión estaba allí uno de los oficiales de Saúl, que había tenido que quedarse en el santuario. Era un edomita llamado Doeg, jefe de los pastores de Saúl.[#21.8 Cf. 1 S 22.9-23.]
9David le dijo a Ahimélec:
—¿Tienes a mano una lanza o una espada? Pues era tan urgente la orden del rey que no tuve tiempo de tomar mi espada ni mis otras armas.
10El sacerdote le respondió:
—Sí. Tengo la espada de Goliat, el filisteo que tú venciste en el valle de Elá. Está ahí, detrás del efod, envuelta en una capa. Puedes llevártela, si quieres; más armas no tengo.
David contestó:
—Ninguna otra sería mejor. Dámela.
11Aquel mismo día David siguió huyendo de Saúl, y fue a presentarse a Aquís, el rey de Gat.[#21.11 era una de las cinco ciudades que formaban la así llamada Pentápolis filistea. Véanse 6.17 n.]
12Y los oficiales de Aquís le dijeron:
—¡Pero si éste es David, servidor de Saúl, el rey de esta tierra! ¡Él es de quien cantaban en las danzas: “Mil hombres mató Saúl, y diez mil mató David”!
13David tomó muy en cuenta estos comentarios, y tuvo miedo de Aquís, rey de Gat.[#21.13 Sal 56.1.]
14Por eso, delante de ellos cambió su conducta normal, y fingiéndose loco escribía garabatos en las puertas y dejaba que la saliva le corriera por la barba.[#21.14 Sal 34.1.]
15Entonces Aquís dijo a sus oficiales:
—Si ustedes ven que este hombre está loco, ¿para qué me lo trajeron?
16¿Acaso me hacen falta locos, que me han traído a éste para que haga sus locuras en mi propia casa?