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1Yo sé que uno no gana nada con enorgullecerse de sí mismo, pero ya que estamos hablando de este tema, ahora tengo que hablarles de las visiones y revelaciones que he recibido del Señor.
2Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años – no sé si en cuerpo o fuera del cuerpo, Dios lo sabe – fue arrebatado hasta el tercer cielo;[#En los versículos del 2 al 5, aunque el texto original presenta una narración en tercera persona, en esta versión se cree que no es más que un recurso retórico de Pablo para referirse a él mismo, que cuando dice “un hombre en Cristo”, realmente está hablando acerca de sí.]
3y sé que este hombre – no sé si en cuerpo o fuera del cuerpo, Dios lo sabe –
4fue llevado al paraíso y escuchó palabras tan indescriptibles que no se pueden expresar y que a ningún hombre se le permiten repetir.[#(parádeison), sustantivo masculino, segunda declinación, primera sección, en caso acusativo, singular, traduce: al paraíso, al jardín, al parque; Viene del nominativo (parádeisos), traducida comúnmente como Paraíso. Esta palabra, en griego, se usaba para hablar del jardín del Edén. En la época de Jesús, la palabra indicaba un lugar de felicidad y descanso, donde los hijos de Dios tienen paz, hasta que llegue el día final, cuando Dios juzgará a todos.]
5Yo podría presumir de ese hombre, pero no de mí mismo, excepto de mis debilidades.
6Si yo quisiera presumir no estaría siendo un insensato, estaría diciendo la verdad. Pero me abstengo de hacerlo, para que nadie suponga que soy más de lo que aparento o de lo que digo.
7Para evitar que me volviera presumido por estas extraordinarias revelaciones que Dios me ha dado, una espina me fue clavada en la carne, que me recuerda constantemente mis limitaciones; es decir, un mensajero de satanás, que me atormenta para que no me vuelva demasiado orgulloso.
8En cuanto a esto, tres veces supliqué al Señor para que me quitara esta espina;
9pero Él me dijo: “Te basta con mi gracia, pues mi poder sobrenatural se perfecciona en tu debilidad”. Por lo tanto, con mucho gusto presumiré de mis debilidades, para que viva en mí el poder sobrenatural de Cristo.
10Por eso, más bien me alegro en las debilidades, en los insultos, en las necesidades y en las persecuciones que sufro por causa de Cristo, porque cuando soy débil, es cuando en realidad soy fuerte y sobrenaturalmente poderoso.
11Sé que al elogiarme, me he portado como un insensato, pero ustedes me han obligado a ello; porque debían haberme elogiado, pues de ningún modo soy inferior a los “superapóstoles”, aunque yo no soy nada.
12Ciertamente, las señales apostólicas, las marcas distintivas del ministerio de un apóstol, no solamente como señales, sino también prodigios y milagros sobrenaturales, se dieron constantemente entre ustedes; les he demostrado con toda paciencia que soy un verdadero apóstol.
13¿En qué los he tratado a ustedes como menos que a las otras iglesias, excepto en que no he sido una carga para ustedes? ¡Perdónenme si con eso los ofendo!
14Ahora estoy listo para visitarlos por tercera vez, pero aún no seré una carga para ustedes; no busco las cosas que tienen, sino a ustedes mismos, porque no son los hijos los que deben que ahorrar para sus padres, sino los padres para sus hijos y los considero como hijos.
15Me siento feliz de gastar todo lo que tengo, incluso a mí mismo, para ayudarlos integralmente. ¿Será que cuanto más los quiero, menos me quieren ustedes?
16Está claro que no he sido una carga; sin embargo, creen que yo fui astuto y me aproveché de ustedes engañándolos,
17¿Acaso me aproveché de ustedes por medio de alguno de los que les envié? Ustedes bien saben que no es así.
18Le pedí a Tito que los visitara, y junto con él envié al hermano que ustedes conocen. ¿Acaso Tito se aprovechó de ustedes? ¿No procedimos los dos con el mismo espíritu y seguimos el mismo camino?
19¿Todo este tiempo han pensado que nos estábamos disculpando ante ustedes? ¡Más bien, hemos estado hablando delante de Dios en Cristo! Todo lo que hacemos y decimos, queridos hermanos, es para su edificación y crecimiento integral.
20En realidad, me temo que cuando vaya a verlos no los encuentre como me gustaría encontrarlos, y que tampoco yo resulte ser lo que ustedes esperan y quisieran. Temo que haya peleas, celos, enojos, rivalidades, calumnias, chismes, arrogancias y alborotos.
21Temo que cuando vaya a verlos de nuevo, Dios me humille delante de ustedes y tenga que lamentarme por los que han pecado y no han cambiado su manera de pensar y su manera de vivir, ni han dejado la impureza, la inmoralidad sexual, desenfrenos y todo lo vergonzoso que han hecho.