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1¡Jesucristo nos ha hecho libres! ¡Él nos ha hecho verdaderamente libres! Así que permanezcamos en esa libertad, nunca más acepten sujetarse a ningún tipo de esclavitud.
2Miren, yo Pablo les digo que no se circunciden, porque eso no es necesario; si se someten a la circuncisión o cualquier otro sistema de reglas, la libertad que Cristo conquistó para ustedes no servirá de nada.
3Les advierto una vez más: los que se circuncidan están obligados a cumplir toda la ley.
4Aquellos que tratan de ser justificados por la ley dejan de estar unidos a Cristo; han caído de la gracia.
5Porque nosotros, por el Espíritu, tenemos la esperanza de la justicia, que es la salvación a través de la fe.
6Pues en Cristo Jesús, ni la circuncisión ni la incircuncisión significan algo, lo que importa es la fe por identidad que se expresa en la práctica del amor sacrificial.[#(agápes), sustantivo femenino, primera declinación, tercera sección, en caso genitivo, traduce: del amor sacrificial. El nominativo (agápe) deriva del verbo (agapáo), etimológicamente el verbo se forma de dos raíces: 1. El afijo (ag) significa “yo” y 2. El morfema (apo) significa clavar un puñal, sacrificar, incomodar, desacomodar. La palabra ágape desde este análisis sería dejar de ser yo para que el otro sea, desacomodarme yo para acomodar al otro, morir yo para que el otro viva, hace referencia a un amor sacrificial.]
7¡Ustedes iban muy bien! ¿Quién les obstaculizó para que dejaran de creer en la verdad?
8El que los convenció no viene de parte de Dios, quien los llamó.
9Una pequeña cantidad de levadura fermenta toda la masa.
10Yo confío plenamente en el Señor en que ustedes no pensarán de otra manera, pero el que los obstaculiza, esta persona recibirá su merecido, quienquiera que sea.
11Hermanos, si es verdad que yo todavía predico la circuncisión, ¿por qué los judíos siguen persiguiéndome? De ser así, ya no tendría sentido el escándalo de la cruz y ellos no se sentirían ofendidos.
12¡Ojalá que estos que los están confundiendo, en lugar de que solo se circunciden, que de una vez se castren!
13Hermanos, Dios los llamó a ustedes a ser libres, pero no quiero que mal entiendan la libertad y se vuelvan libertinos, sino que vivan la libertad practicando el amor sacrificial, ayudándose unos a otros.
14Porque toda la ley, es decir, la Palabra de Dios, queda cumplida plenamente en una enseñanza: “Amarás sacrificialmente a tu prójimo, como a ti mismo”.[#Cita a Lv. 19:18b.]
15Pero si ustedes siguen peleándose, atacándose y haciéndose daño unos a otros, van a terminar destruyéndose todos.
16Por eso les doy este consejo: vivan en el Espíritu y no practicarán los deseos de la carne.
17Porque la carne está en contra del espíritu, y estos se oponen mutuamente, en una constante lucha interna, a fin de que no hagan lo que quieran.
18Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley.
19Estas son las obras de la carne: inmoralidad sexual, indecencia, libertinaje, vicios,
20idolatría, brujería, enemistades, contiendas, egoísmo, enojos con venganza, odio, peleas, divisiones, favoritismos,
21envidia, borracheras, orgías y otras cosas semejantes a estas, por lo que les advierto una vez más, que los que practican estas cosas no heredarán el reino de Dios.[#(basileían), sustantivo femenino, primera declinación, primera sección, en caso acusativo singular, traduce: al reino. El reino es el mensaje central en la enseñanza de Jesús, e inclusive es el contenido del Evangelio. El término reino tiene antecedentes en el Antiguo Testamento y en la literatura rabínica. En el Antiguo Testamento se usa la expresión hebrea מַלְכוּת (malkut), significa reino. Las Escrituras judías concebían a Dios como rey, y su reinado se fundamentaba en que la soberanía y autoridad estaban por encima de un territorio o lugar geográfico. El reinado político de Israel a través de los reyes era una expresión del reinado total de Dios, es por eso, que en el Antiguo Testamento se concebía al rey humano como un embajador o representante de Dios en la tierra, y eso mantuvo viva la teocracia judía, el rey gobierna en nombre de Dios.]
22En cambio, el fruto del Espíritu es: amor sacrificial: alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe por identidad,
23humildad y dominio propio; contra estas cosas no hay ley.
24Los que son de Cristo Jesús han crucificado su naturaleza carnal, su egoísmo y malos deseos.
25Si el Espíritu ha cambiado nuestra manera de vivir, andemos guiados por el Espíritu.
26No seamos orgullosos, ni envidiosos, ni provoquemos el enojo de otros por creernos superiores a los demás.