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1Añadió:
– En verdad les digo que hay algunos de los que están aquí, que no morirán hasta que vean el reino de Dios establecido con poder.
2Después de seis días, Jesús llamó a Pedro, a Santiago y a Juan y se los llevó a una montaña alta, y estando solo con ellos, fue transfigurado delante de ellos.[#(metemorfóte), verbo, voz pasiva, modo indicativo, tiempo aoristo, tercera persona del singular, traduce: fue transfigurado, fue transformado, viene del verbo (metamorfóo) que significa transformar (literal o figuradamente «metamorfosis»), se compone de dos raíces, 1. La preposición (metá), significa cambio, vuelco, transformación. y 2. El verbo (morfóo) y el sustantivo (morfé), que traducen naturaleza o esencia. El verbo puede traducirse como cambio de naturaleza. En la morfología del verbo conjugado en voz pasiva, tiempo aoristo, en este versículo indica que, por un momento el Padre reveló a sus discípulos la auténtica naturaleza de Jesús, la naturaleza divina.]
3Y su ropa se hizo resplandeciente, se veía muy blanca y brillante, su brillo era tan intenso que ninguna lavandería en la tierra podría haberla blanqueado tanto.
4Entonces se les aparecieron Elías y Moisés, quienes hablaban con Jesús.[#En la literatura rabínica, compuesta durante el período intertestamentario, una de las señales para confirmar al Mesías, consistía en que Él sería acompañado por dos figuras conocidas: Elías y Moisés. Una de las funciones del Mesías es la renovación y transformación de la ley. La ley representada por Moisés y la reafirmación del profetismo, representado por Elías. El acompañamiento de Moisés y Elías al futuro Mesías, en este caso Jesús, reafirmaba la función jurídica y legal del Mesías, validándolo también como Profeta.]
5Y Pedro, tomando la palabra, dijo a Jesús:
– Maestro, qué bien se siente estar aquí, sería bueno que hiciéramos tres tiendas, una para ti, una para Moisés y la otra para Elías.
6Pedro no tenía idea de lo que estaba hablando, pues estaban muy asustados.
7En ese instante, apareció una nube que hizo sombra y los cubrió, y una voz salió de la nube:
– ¡Este es mi Hijo amado!, escúchenlo.
8De repente miraron alrededor y ya no vieron a nadie más que a Jesús.
9Y cuando bajaron de la montaña, Jesús les pidió que no comentaran nada de lo que vieron hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos.
10Lo que dijo Jesús sobre la resurrección de entre los muertos les impactó demasiado y se pusieron a discutir sobre que quiso decir el Maestro con eso.
11Y le preguntaron a Jesús:
– ¿Por qué dicen los maestros de la ley que Elías debe venir primero?
12Jesús les respondió:
– Es cierto, Elías tiene que venir primero, para restaurar todas las cosas; pero, así como está escrito que el Hijo del Hombre sufrirá demasiado y será subestimado;
13les digo que Elías ya vino, y lo despreciaron y lo rechazaron, cumpliendo las profecías.
14Cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña para reunirse con los demás, se encontraron con una gran multitud que los rodeaba, discutiendo con unos maestros de la ley.
15Al ver a Jesús, la multitud se sorprendió y corrió hacia Él para saludarlo.
16Él preguntó:
– ¿De qué están hablando con los maestros de la ley?
17Una persona de entre la multitud le respondió:
– Maestro, te he traído a mi hijo para que lo sanes. Tiene un espíritu que le impide hablar y,
18dondequiera que esté, este demonio se apodera de él, lo derriba, hace que eche espuma por la boca y cruja los dientes, y lo está destruyendo. Ya le he pedido a tus discípulos que lo sanen, pero no han sido capaces de hacerlo.[#(daímon), sustantivo con varios significados, como: un espíritu maligno, un plasmador (idea del demiurgo en la filosofía griega), un inspirador, una enfermedad o espíritu de enfermedad, un problema psicológico, entre otros.]
19Jesús les dijo:
– ¡Oh generación incrédula! ¿No pueden hacer nada sin mí? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Por favor, tráiganme al muchacho.
20Le trajeron al chico; y apenas el espíritu vio a Jesús, de inmediato sacudió con violencia al muchacho, que cayendo al suelo se revolcaba echando espuma por la boca.
21Jesús le preguntó al papá:
– ¿Cuánto tiempo hace que el chico tiene este problema?
Y él le contestó:
– Desde su infancia
22este espíritu lo ha arrojado muchas veces al fuego y al agua, intentando matarlo. Por favor, ¿puedes ayudarnos? Ten compasión de nosotros y muéstranos tu misericordia.
23Jesús respondió:
– ¿Qué si puedo? Claro que puedo. ¿Tú lo puedes creer? Todo es posible al que cree.
24Al instante el padre del muchacho gritó:
– ¡Creo!, por favor ayúdame a vencer mi incredulidad.
25Jesús vio que la multitud se acercaba rápidamente y reprendió al espíritu maligno, diciendo:
– Espíritu de enfermedad que estás causando la mudez y la sordera en este muchacho, te ordeno que salgas y nunca más entres en él.
26Y después de gritar y hacer que el chico convulsionara, el espíritu salió. El niño quedó desmayado y la gente pensaba que había muerto.
27Sin embargo, Jesús tomándole de la mano, lo levantó, y el muchacho se puso de pie sin problemas.
28Cuando Jesús entró en la casa, sus discípulos le preguntaron en privado:
– ¿Por qué nosotros no pudimos sanarlo?
29Él respondió:
– Hay una clase de maldad que no es fácil de destruir, solo con mucha oración.
30Saliendo de ese lugar, iban caminando por Galilea y no querían que nadie lo supiese.
31Jesús enseñaba a sus discípulos: El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y lo matarán, y después de tres días resucitará.
32Pero los discípulos no entendieron nada, y tenían miedo de preguntarle.
33Llegaron a Cafarnaúm y, cuando estaban en casa, Jesús les preguntó:
– ¿Qué hablaban ustedes en el camino?
34Mas ellos no respondieron nada porque entre ellos discutían en el camino sobre quién sería el más importante.
35Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo:
– Si alguien quiere ser el más importante, el primero, hágase el último y el servidor de todos.
36Y tomando a un niño, lo colocó en el centro, lo abrazó, lo levantó y dijo:
37– Cualquiera que reciba a un niño en mi nombre, a mí me recibe, y cualquiera que me reciba, recibe al que me envió.
38Juan le dijo:
– Maestro, vimos a una persona que expulsaba demonios usando tu nombre, pero tratamos de prohibírselo porque no era de los nuestros.
39Jesús dijo:
– No se lo prohíban; porque me parece bien que haga milagros en mi nombre, así no podrá hablar mal de mí.
40Porque el que no está contra nosotros, está a favor de nosotros.
41Cualquiera que les dé un vaso de agua, en mi nombre, ya que ustedes son de Cristo, en verdad les digo que esta persona tendrá una recompensa.
42Y cualquiera que haga pecar a uno de mis seguidores, sería bueno que le amarren una piedra en el cuello y lo arrojen al mar.
43Si tu mano te hace pecar, córtala, mejor es entrar sin una mano en la vida, que ir al quemadero de basura con las dos manos;[#(Géennan), sustantivo femenino, primera declinación, segunda sección, caso acusativo, singular; viene del nominativo (Géhenna), traduce: valle del Hinnóm, Gehenna (o Ge-hinóm), indica un lugar, un valle en Jerusalén. El término usado figurativamente indica el nombre de un lugar, teológicamente indica el estado, el castigo eterno. El trasfondo y origen se encuentra en las palabras hebreas גַּיְא (gai) que significa valle o desfiladero e הִנֹּם (Hinnóm), de estos términos se forma la palabra en español “valle de Hinnóm”.]
45Si tu pie te hace pecar, córtatelo, es mejor que entres en la vida cojo, que ser arrojado con los dos pies al quemadero de basura.
47Si tu ojo te hace pecar, sácatelo, es mejor que entres con un solo ojo al reino de Dios, que con los dos ojos ser echado al quemadero de basura,
48donde “los gusanos que se comen el cuerpo no mueren jamás y el fuego no se apaga nunca”.[#Cita a Is. 66:24.]
49Porque todo ser humano será purificado por medio del fuego.
50La sal es muy buena, pero cuando se hace insípida, ¿cómo podemos darle sabor? ustedes tengan sal en sus vidas, o sea, vivan una vida transformada y renovada y estén en paz los unos con los otros.