Salmos 50

Salmos 50

Dios acusa al malvado

SALMO 50 (49)

11 (1b) Nuestro Dios,

el Dios supremo,

llama a los habitantes de la tierra

desde donde sale el sol

hasta donde se pone.

2Desde la ciudad de Jerusalén,

desde la ciudad bella y perfecta,

Dios deja ver su luz.

3¡Ya viene nuestro Dios!

Pero no viene en silencio:

Delante de él viene un fuego

que todo lo destruye;

a su alrededor, ruge la tormenta.

4Para juzgar a su pueblo,

Dios llama como testigos

al cielo y a la tierra.

5Y declara:

«Que se pongan a mi lado

los que me son fieles,

los que han hecho un pacto conmigo

y me ofrecieron un sacrificio ».

6Y el cielo da a conocer

que Dios mismo será el juez,

y que su juicio será justo.

7Dios mismo declara:

«Israel, pueblo mío,

escúchame, que quiero hablarte.

¡Yo soy tu único Dios,

y seré tu acusador!

8Yo no considero malo

que me ofrezcas animales

para sacrificarlos en mi altar;

9pero no necesito que me ofrezcas

los terneros de tu establo,

ni los cabritos de tus corrales,

10pues yo soy el dueño

de los animales del bosque

y del ganado de los cerros.

11Yo conozco muy bien

a todas las aves del cielo,

y siempre tomo en cuenta

a los animales más pequeños.

12»Si yo tuviera hambre,

no te pediría de comer,

pues soy el dueño del mundo

y de todo cuanto hay en él.

13¿Acaso crees que me alimento

con la carne de los toros,

y que bebo sangre de carnero?

14¡Yo soy el Dios altísimo!

¡Mejor tráeme ofrendas de gratitud

y cúmpleme tus promesas!

15¡Llámame cuando tengas problemas!

Yo vendré a salvarte,

y tú me darás alabanza».

16Al malvado, Dios le dice:

«Tú no tienes ningún derecho

de andar repitiendo mis leyes,

ni de hablar siquiera de mi pacto,

17pues no quieres que te corrija

ni tomas en cuenta mis palabras.

18Si ves a un ladrón,

corres a felicitarlo;

con gente infiel en su matrimonio

haces gran amistad.

19Para hablar mal

no tiene freno tu boca;

para decir mentiras

se te desata la lengua.

20A tu propio hermano lo ofendes,

y siempre hablas mal de él.

21A pesar de todo eso,

he preferido callarme.

Pero estás muy equivocado

si crees que soy como tú.

Ahora voy a reprenderte:

voy a aclararte las cosas.

22»Tú te olvidas de mí;

si no quieres que te despedace,

sigue estos consejos;

de lo contrario,

no habrá quien te salve.

23Si de veras quieres honrarme,

tráeme ofrendas de gratitud.

Si corriges tu conducta,

yo te salvaré».

Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
Published by: United Bible Societies